Agua en jaque: La crisis hídrica que asfixia a México y desnuda décadas de negligencia
El 42% de los municipios mexicanos padece sequía severa o extrema, con regiones como el norte y el centro del país en alerta máxima.
CDMX.- En 2025, México enfrenta una crisis hídrica sin precedentes que pone en riesgo la estabilidad social, económica y ambiental del país. Según el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el 42% de los municipios mexicanos padece sequía severa o extrema, con regiones como el norte y el centro del país en alerta máxima. En el Valle de México, el sistema Cutzamala, que abastece a más de 20 millones de personas, opera al 28% de su capacidad, un mínimo histórico reportado en abril de 2025. En paralelo, el campo mexicano reporta pérdidas por 35 mil millones de pesos en el último año, según la Secretaría de Agricultura, mientras comunidades rurales e indígenas enfrentan un acceso al agua cada vez más precario.
El problema trasciende la falta de lluvias. Décadas de mala gestión, sobreexplotación de recursos y desinversión han llevado al país a un punto de no retorno. De los 653 acuíferos nacionales, 105 están sobreexplotados, según Conagua, con regiones como Sonora y Guanajuato extrayendo agua a un ritmo que supera hasta en 200% su capacidad de recarga natural. La inversión en infraestructura hídrica, clave para mitigar la crisis, ha disminuido un 15% desde 2018, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Mientras tanto, el 76% del agua disponible se destina al sector agrícola e industrial, dejando a comunidades marginadas en un abandono crónico. En Ecatepec, Estado de México, el 30% de los hogares depende de pipas, un servicio caro e irregular, según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Las consecuencias son palpables. En Monterrey, los cortes de agua han generado protestas ciudadanas, mientras en la Ciudad de México los tandeos son ya una rutina para millones. En comunidades indígenas de Oaxaca y Chiapas, la falta de agua potable perpetúa la desigualdad, violando el derecho humano al agua reconocido en la Constitución. Organizaciones como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) han denunciado que la corrupción en el manejo de recursos hídricos y la falta de transparencia en proyectos como el Tren Maya agravan el problema, desviando fondos que podrían destinarse a soluciones estructurales.
El gobierno ha prometido planes de emergencia, pero las acciones concretas son insuficientes. La modernización de sistemas de riego, la restauración de cuencas y la regulación estricta del uso industrial del agua son medidas urgentes que no pueden esperar. Sin embargo, la falta de voluntad política y la priorización de proyectos de alto perfil sobre necesidades básicas han dejado a México al borde de un conflicto social por el agua. ¿Cuánto más puede soportar el país antes de que la sed desate una crisis mayor? La respuesta no está en discursos, sino en acciones que enfrenten una verdad incómoda: el agua se acaba, y con ella, la paciencia de un pueblo.