Asesinato de los funcionarios de Clara Brugada sucede tras una oleada de detenciones masivas del crimen organizado en CDMX
Parece un acto calculado para desafiar la narrativa de éxito de la 4T en seguridad.
CDMX.— El doble asesinato de Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, colaboradores clave de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, perpetrado ayer en la Alcaldía Benito Juárez, no puede leerse como un hecho aislado. Ocurre en el marco de una ofensiva sin precedentes contra el crimen organizado en la capital, con 3,404 detenciones de personas vinculadas a delitos de alto impacto entre enero y abril de 2025, según datos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC). Este contexto de presión sobre los cárteles, con capturas de cabecillas y decomisos de droga, apunta a una posible venganza contra la Administración de la 4T, que presume una reducción del 60% en delitos respecto a 2019. El ataque, ejecutado con frialdad y precisión, plantea preguntas sobre por qué no ocurrió antes, cuando las detenciones no alcanzaban tal magnitud, y sugiere una respuesta directa del crimen organizado a las recientes acciones de las autoridades.
El atentado, cometido a las 7:30 horas cerca de la estación Xola del Metro, fue obra de un sicario que actuó solo, con una pistola automática calibre 9 mm, disparando al menos 12 veces. Vestido con chamarra blanca, chaleco verde y casco de motociclista, esperó 20 minutos a sus víctimas en Calzada de Tlalpan, al cruce con Calle Napoleón. Ximena Guzmán, secretaria particular de Brugada con 16 años de colaboración, y José Muñoz, su asesor principal y enlace con la SSC, murieron al instante al intentar abordar un Audi Q2. La elección de los blancos, figuras clave en el círculo de Brugada, y la meticulosidad del ataque refuerzan la hipótesis de un mensaje dirigido al corazón del gobierno capitalino.
Las detenciones recientes, destacadas por el titular de la SSC, Pablo Vázquez, el 14 de mayo, incluyen golpes significativos a estructuras criminales como La Unión Tepito, con la captura de Alberto Isaac Bermúdez Mondragón, “El Chesky”, el 17 de mayo, y a Israel Gálvez, jefe de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación. Otros grupos, como Fuerza AntiUnión, el Cártel de Tláhuac, Los Gastones y Cártel Nuevo Imperio, también han sido debilitados. Este cerco policial, que contrasta con años previos de menor intensidad en operativos, parece haber desencadenado una reacción violenta. “La precisión del ataque y el perfil de las víctimas indican un mensaje claro: el crimen organizado busca recuperar terreno frente a una ofensiva que lo ha acorralado”, analiza en las redes Edgar Ortiz, especialista en seguridad de la UNAM.
¿Por qué ahora? Antes de 2025, las detenciones de alto perfil eran menos frecuentes, y los cárteles operaban con mayor impunidad en la capital. La escalada de capturas, que incluye a operadores clave y decomisos de droga, ha alterado el equilibrio de poder, exponiendo a la Administración a represalias. El asesinato de Guzmán y Muñoz, lejos de ser un crimen oportunista, parece un acto calculado para desafiar la narrativa de éxito de la 4T en seguridad. La pregunta que queda es si este golpe marcará un punto de inflexión en la estrategia contra el crimen organizado o si, por el contrario, escalará la violencia en una ciudad que, pese a los avances reportados, sigue bajo amenaza.