¡Atrapado en las nubes: El paracaidista que bailó con la muerte a 4.500 metros de altura!
Paracaidista queda suspendido de la cola de un avión tras despliegue prematuro de su paracaídas de reserva en Queensland
Australia.- Imagina saltar de un avión a 15.000 pies sobre las selvas de Queensland, Australia, y que tu paracaídas de reserva se enganche en la cola del mismo aparato que te dejó caer. Eso le pasó a un experimentado paracaidista el 10 de diciembre cerca de Tully, en el norte de Queensland, durante un salto rutinario en un Cessna Caravan. Según el video difundido por la Oficina de Seguridad en el Transporte de Australia (ATSB), el hombre fue arrastrado hacia atrás al desplegarse accidentalmente el paracaídas de reserva, golpeando con las piernas el estabilizador horizontal izquierdo de la cola y causándole daños. Colgando precariamente, con el viento azotándolo a velocidades vertiginosas, el salto se convirtió en una pesadilla aérea que podría haber terminado en tragedia.
Con sangre fría, el paracaidista sacó un cuchillo de su equipo y cortó las cuerdas que lo ataban al avión, liberándose en caída libre antes de abrir su paracaídas principal y aterrizar a salvo en tierra. La ATSB, que investiga el incidente como parte de su revisión de seguridad en operaciones de paracaidismo, confirmó que no hubo heridos graves ni daños mayores al avión, aunque el estabilizador quedó maltrecho. Este suceso resalta un error humano o mecánico en el despliegue prematuro, un riesgo que, aunque infrecuente, subraya la precisión milimétrica que exige este deporte extremo –en Australia se realizan miles de saltos al año, pero fallos como este exponen vulnerabilidades en el equipo de reserva.
Más allá del alivio por su supervivencia, el caso invita a cuestionar: ¿es suficiente la regulación actual en aeródromos como el de Tully, donde el turismo de adrenalina florece? La ATSB ya ha emitido alertas previas sobre enredos en aeronaves, y este video viral podría presionar por revisiones más estrictas en entrenamientos y mantenimientos. En un mundo donde el cielo parece infinito, incidentes como este nos recuerdan que la frontera entre euforia y pánico es tan fina como una cuerda de paracaídas.



