Cardenal Norberto Rivera Carrera compró dos departamentos de lujo en 20 MDP en la Torre Residencial Mitikah en CDMX
Rivera Carrera, arzobispo emérito de México, invirtió en los departamentos 4201 y 4205 de Mitikah, el edificio más alto de la capital, conocido por su exclusividad y precios.
CDMX.— En un país donde la pobreza afecta a más de 46 millones de personas, según el INEGI, la revelación de que el cardenal Norberto Rivera Carrera adquirió en 2024 dos departamentos de lujo en la Torre Residencial Mitikah, al sur de la Ciudad de México, por más de 20 millones de pesos, desata una profunda controversia. La compra, registrada el 29 de febrero de 2024, contrasta con el mensaje de austeridad que predicaba el recién fallecido Papa Francisco, quien hasta su muerte condenó la acumulación de riquezas por parte de los líderes eclesiásticos.
Rivera Carrera, arzobispo emérito de México, invirtió en los departamentos 4201 y 4205 de Mitikah, el edificio más alto de la capital, conocido por su exclusividad y precios que superan los 10 millones de pesos por unidad. Esta operación inmobiliaria pone en evidencia la opulencia de ciertos sectores de la Iglesia católica mexicana, en un momento en que la institución enfrenta cuestionamientos por su distanciamiento de las necesidades sociales. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el 36.3% de la población mexicana vive en pobreza, mientras figuras como Rivera parecen inmunes a estas realidades.
El Papa Francisco, quien en su encíclica Fratelli Tutti (2020) llamó a los clérigos a vivir con humildad y cercanía a los pobres, criticó repetidamente el lujo en la Iglesia. Durante su pontificado, expulsó a prelados como el obispo alemán Franz-Peter Tebartz-van Elst, conocido como el “obispo del lujo” por gastar 31 millones de euros en una residencia. La adquisición de Rivera, aunque legal, choca con este legado, alimentando el debate sobre el papel de los jerarcas católicos en una nación marcada por la desigualdad.
Como un eco secundario, el caso también destapó un litigio fiscal. Rivera pagó 1.3 millones de pesos en concepto de Impuesto Sobre Adquisición de Inmuebles (ISAI) y derechos de registro ante el Registro Público de la Propiedad. En mayo de 2024, la juez Blanca Lobo Domínguez le concedió un amparo, declarando inconstitucionales los artículos 113 y 196 del Código Fiscal de la CDMX, obligando al gobierno capitalino a devolverle 1,392,769 pesos por cobros desproporcionales. Aunque el gobierno de Clara Brugada impugnó el fallo, este fue ratificado en diciembre de 2024, y la devolución sigue pendiente, según estrados judiciales.
Sin embargo, el foco no está en los impuestos, sino en la pregunta que resuena: ¿cómo un cardenal, cuya misión debería ser espiritual, acumula una fortuna para adquirir propiedades de élite? La arquidiócesis de México no ha emitido comentarios, pero la sombra de esta compra amenaza con profundizar la desconfianza hacia una institución que, en palabras de Francisco, debería ser “una Iglesia pobre para los pobres”. En un México donde el salario mínimo apenas alcanza los 7,468 pesos mensuales, según la Conasami, la opulencia de Rivera no es solo un contraste, sino una provocación.