Carne de res se encarece 12.8%; cae consumo per cápita en México 3%
La dependencia de los mercados internacionales agrava el problema. México importa cerca del 20% de la carne de res que consume
CDMX.- En México, la temporada de Cuaresma no es la única razón que lleva a las familias a reducir el consumo de carne de res; el aumento sostenido de su precio se ha convertido en un factor determinante. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en la primera quincena de abril de 2025, el precio promedio de la carne de res al menudeo alcanzó los 185 pesos por kilogramo, un incremento del 12.85% respecto a los 164 pesos registrados en el mismo periodo de 2024. En el mercado mayorista, la situación es aún más alarmante: el Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) reporta que el precio por kilo se elevó un 29.92% en un año, pasando de 95.91 pesos a 124.61 pesos.
Este encarecimiento no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una tormenta perfecta de factores estructurales y coyunturales. La producción ganadera mexicana enfrenta un declive, agravado por años de políticas agrícolas insuficientes y la falta de incentivos para modernizar el sector. A esto se suma la sequía prolongada en el suroeste de Estados Unidos, principal proveedor de carne de res importada, que ha reducido la oferta y disparado los costos. Además, la incertidumbre comercial generada por las políticas proteccionistas impulsadas por el expresidente estadounidense Donald Trump, especialmente en el marco del T-MEC, ha añadido presión a los precios al complicar las cadenas de suministro.
El impacto en los hogares mexicanos es innegable. Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) indican que más del 36% de la población vive en condiciones de pobreza, lo que hace que el aumento en el precio de la carne de res —tradicionalmente la proteína más cara frente al pollo o el cerdo— sea particularmente gravoso para los estratos de menores ingresos. El consumo per cápita de carne de res ha caído a 15.5 kilogramos anuales, medio kilo menos que en 2024, con una reducción del 3% en la demanda, de acuerdo a datos difundidos por el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
La dependencia de los mercados internacionales agrava el problema. México importa cerca del 20% de la carne de res que consume, según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), y los precios internos están estrechamente ligados a las cotizaciones globales. Esta vulnerabilidad pone en evidencia la necesidad de fortalecer la producción nacional, pero las soluciones no son inmediatas. La sequía, que afecta tanto a México como a Estados Unidos, no solo reduce el hato ganadero, sino que encarece los insumos forrajeros, elevando aún más los costos de producción.
El panorama plantea preguntas incómodas para el gobierno y el sector privado. ¿Por qué no se han implementado estrategias efectivas para mitigar la dependencia de importaciones? ¿Es suficiente culpar a factores externos cuando la producción local lleva años estancada? Mientras las familias mexicanas ajustan sus dietas, sustituyendo la carne de res por opciones más económicas como el pollo —cuyo precio por kilo ronda los 80 pesos, según el INEGI—, el debate sobre la seguridad alimentaria y la soberanía ganadera sigue pendiente. Sin políticas públicas que aborden estas problemáticas de fondo, el acceso a una proteína esencial seguirá siendo un lujo para muchos.