CFE en caída libre: Pérdidas de 13,869 millones de dólares en 2024 exponen una crisis estructural
CFE y Pemex perdieron 745,000 millones de pesos en el año, equivalentes a 1.4 millones de pesos por minuto
CDMX.- La Comisión Federal de Electricidad (CFE), pilar del sistema energético mexicano, cerró el 2024 con un agujero financiero alarmante: pérdidas netas por 13,869 millones de dólares (281,000 millones de pesos), según su reporte financiero auditado entregado a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Esta cifra duplica las pérdidas reportadas inicialmente para el mismo año (124,444 millones de pesos o 6,141 millones de dólares) y evidencia una gestión tambaleante en un contexto económico adverso. Pero, ¿cómo llegó la CFE a este punto? Un análisis crítico de los datos y el entorno revela una tormenta perfecta de decisiones cuestionables, vulnerabilidades estructurales y un panorama global que no perdona errores.
Un balance en rojo que no sorprende
El informe de la CFE atribuye las pérdidas a dos factores principales: la depreciación del peso mexicano, que cayó cerca de un 20% frente al dólar (de 16.92 a 20.26 pesos por dólar entre 2023 y 2024), y el hecho de que el 63% de su deuda está denominada en moneda extranjera, lo que amplifica el impacto de las fluctuaciones cambiarias. Al cierre de 2024, la deuda total de la CFE alcanzó los 490,499 millones de pesos (24,206 millones de dólares), un incremento del 19% respecto a los 411,946 millones de pesos del año anterior. Este endeudamiento, con 129,295 millones de pesos en deuda de corto plazo y 361,204 millones en largo plazo, refleja una dependencia crónica de financiamiento externo que la deja expuesta a la volatilidad del mercado.
Sin embargo, culpar únicamente al tipo de cambio es simplista. La CFE ha enfrentado problemas estructurales durante décadas, exacerbados por políticas energéticas recientes. En 2023, ya había reportado pérdidas de 124,444 millones de pesos, contrastando con ganancias de 96,191 millones en 2022. La tendencia negativa se aceleró en 2024, con un tercer trimestre que ya mostraba pérdidas de 85,788 millones de pesos. La duplicación de las pérdidas en el reporte auditado sugiere ineficiencias operativas y posibles ajustes contables que merecen escrutinio.
Contexto: Una política energética bajo fuego
La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) y la continuación de su política energética bajo Claudia Sheinbaum han priorizado el fortalecimiento de empresas estatales como la CFE y Pemex, bajo el argumento de garantizar la soberanía energética. Sin embargo, esta estrategia ha generado críticas por su falta de viabilidad financiera. La CFE, bajo la dirección de Manuel Bartlett hasta 2024, vio una reducción de utilidades desde 250,000 millones de pesos en 2018 a 117,000 millones en 2023, según un post en X del exgobernador Roberto Madrazo. La electricidad generada por la CFE es hasta cuatro veces más cara que la de productores privados, lo que limita su competitividad en un mercado donde la demanda crece y los costos operativos no ceden.
La reforma energética aprobada en noviembre de 2024, que otorgó a la CFE mayores obligaciones como proveedor prioritario del sistema eléctrico, no vino acompañada de un plan claro para financiar estas responsabilidades. Como señaló un usuario en X, esta reforma degradó la perspectiva crediticia de la CFE, aumentando la presión sobre sus finanzas ya debilitadas. Mientras tanto, la empresa atendió a 49 millones de clientes en 2024, un aumento del 1.7% respecto a 2023, pero los costos de operación, aunque reducidos un 2% gracias a la estabilización de precios de combustibles, no compensaron las pérdidas cambiarias ni los gastos financieros.
Comparaciones incómodas: Pemex y el sector público
La situación de la CFE no es un caso aislado. Petróleos Mexicanos (Pemex), otro gigante estatal, también cerró 2024 con pérdidas colosales de 621,000 millones de pesos, según el analista Juan Ortiz en X. Juntas, CFE y Pemex perdieron 745,000 millones de pesos en el año, equivalentes a 1.4 millones de pesos por minuto. Este paralelismo subraya un problema sistémico en las empresas públicas mexicanas, que dependen de subsidios gubernamentales para sobrevivir mientras acumulan deudas insostenibles. Durante el sexenio de López Obrador, Pemex acumuló pérdidas por 1.67 billones de pesos, y aunque la CFE mostró ganancias marginales en 2022, su trayectoria reciente apunta a un deterioro financiero estructural.
Un análisis crítico: ¿Qué está fallando?
1. Dependencia de deuda en moneda extranjera: La decisión de mantener el 63% de la deuda en dólares, en un país con un historial de depreciaciones del peso, es un riesgo que la CFE no ha mitigado. Esta exposición cambiaria no es nueva, pero la falta de estrategias de cobertura efectiva agrava el problema.
2. Ineficiencia operativa: Aunque la CFE redujo costos operativos en 2024, su modelo de generación eléctrica, basado en plantas antiguas y combustibles fósiles, es menos competitivo frente a energías renovables y productores privados. La insistencia en priorizar la generación estatal sobre opciones más baratas limita su capacidad de generar ingresos suficientes.
3. Política energética nacionalista: La apuesta por fortalecer a la CFE como monopolio estatal ha generado tensiones con socios comerciales como Estados Unidos y Canadá bajo el T-MEC, además de desincentivar la inversión privada en el sector. La reforma energética de 2024, en lugar de resolver estos problemas, parece haber añadido presión financiera sin garantizar resultados.
4. Falta de transparencia: La duplicación de las pérdidas reportadas en el informe auditado de 2024 plantea dudas sobre la precisión de los reportes previos y la gestión contable de la empresa. La Auditoría Superior de la Federación (ASF), que en 2023 detectó irregularidades por 51,000 millones de pesos en el gobierno federal, debería poner la lupa en la CFE para esclarecer estas discrepancias.
¿Qué sigue para la CFE?
El panorama para 2025 es desafiante. La CFE enfrenta la tarea de contener la volatilidad cambiaria, optimizar costos y gestionar una deuda que amenaza su viabilidad a largo plazo. La empresa necesita una reestructuración profunda que combine inversión en tecnologías más eficientes, como energías renovables, con una estrategia financiera que reduzca su exposición al dólar. Sin embargo, el entorno político, marcado por la continuidad de políticas nacionalistas, sugiere que estas reformas podrían retrasarse.
Además, la presión internacional no cede. Las políticas arancelarias de Donald Trump, que en abril de 2025 afectaron a México con aranceles al acero y aluminio, podrían encarecer insumos clave para la CFE, como turbinas y equipos importados. La incertidumbre económica global, con mercados nerviosos por una posible recesión, no ayuda a una empresa que ya opera al límite.
Conclusión: Un gigante con pies de barro
La CFE, lejos de ser el motor de la soberanía energética que el gobierno promueve, se tambalea bajo el peso de sus propias contradicciones. Las pérdidas de 13,869 millones de dólares en 2024 no son solo un número; son el reflejo de una empresa atrapada entre un modelo operativo obsoleto, una deuda insostenible y una visión política que prioriza el control estatal sobre la eficiencia. México necesita una CFE fuerte, pero para lograrlo, el gobierno deberá enfrentar verdades incómodas y tomar decisiones que trasciendan el discurso patriótico. De lo contrario, el apagón financiero podría ser solo el comienzo.