China despliega mosquitos "caníbales" y peces depredadores para combatir brote de chikungunya en Guangdong
Más de 7.000 casos reportados desde julio, con medidas biológicas y de control implementadas en la provincia
China.- En un intento por contener un brote explosivo de chikungunya en la provincia de Guangdong, al sur de China, las autoridades han recurrido a métodos biológicos controvertidos: la liberación de mosquitos "caníbales" y peces depredadores. Pero, ¿es esta estrategia innovadora o un eco de errores pasados?
El chikungunya, un virus transmitido por mosquitos Aedes que causa fiebre alta, erupciones y dolores articulares intensos —a veces crónicos—, ha infectado a más de 7.000 personas en Guangdong desde julio de 2025, el mayor brote en China desde 2008. La mayoría de casos se concentran en Foshan, una ciudad industrial de 10 millones de habitantes cerca de Hong Kong, impulsado por lluvias intensas, altas temperaturas y viajes internacionales, factores agravados por el cambio climático según la OMS.
Para combatirlo, China ha desplegado mosquitos Toxorhynchites —apodados "caníbales" por el voraz apetito de sus larvas, capaces de devorar miles de larvas de Aedes en un ciclo vital—. Estos insectos adultos no pican humanos, evitando propagar el virus. Complementando, se han liberado 5.000 peces comedores de larvas en lagos locales, atacando el ciclo reproductivo de los mosquitos en agua estancada. Esta aproximación biológica, usada antes en EE.UU. y Malasia con reducciones de hasta 45% en poblaciones de Aedes, busca minimizar pesticidas y parece efectiva a corto plazo.
Sin embargo, no todo es optimismo. Críticos señalan posibles desequilibrios ecológicos, recordando la campaña de Mao en 1958 contra los gorriones, que terminó en plagas de insectos al romper cadenas alimentarias. Aquí, aunque controlado, la introducción de especies podría alterar ecosistemas locales. Además, las medidas incluyen drones para vigilar agua estancada, fumigaciones masivas y multas coercitivas —incluso cortes de electricidad por no eliminar criaderos—, evocando el autoritarismo de la era cero-Covid y cuestionando libertades individuales.
Con vacunas disponibles pero sin tratamientos antivirales específicos, y brotes globales en aumento (como 54.000 casos en La Reunión este año), China apuesta fuerte. Pero la historia advierte: intervenciones agresivas en la naturaleza pueden tener consecuencias imprevisibles. ¿Funcionará esta vez? El tiempo —y la ecología— lo dirá.