China espía a EE. UU. desde Cuba: ¿una amenaza a 90 millas de Florida?
Imágenes satelitales analizadas por CSIS revelan la construcción de una antena circular de gran escala
Washington.- El congresista cubano-americano Carlos Giménez (@RepCarlos) ha encendido las alarmas al denunciar que China está expandiendo sus operaciones de espionaje en Cuba, a tan solo 90 millas de las costas de Florida, con el claro objetivo de interceptar comunicaciones de Estados Unidos. Según Giménez, quien lleva desde 2024 advirtiendo sobre este peligro, bases militares cubanas como Bejucal y Calabazar han sido modernizadas con tecnología china, incluyendo antenas y radares diseñados para captar señales sensibles estadounidenses. Este señalamiento no es nuevo, pero cobra relevancia tras un análisis del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de 2024, que identificó mejoras en al menos cuatro instalaciones militares en la isla con apoyo chino.
El foco de atención está en el sitio El Salao, cerca de la Bahía de Guantánamo. Imágenes satelitales analizadas por CSIS revelan la construcción de una antena circular de gran escala (CDAA) desde 2021, con un diámetro proyectado de 130 a 200 metros, capaz de captar señales a 3,000 u 8,000 millas náuticas de distancia. Esto posiciona a China para monitorear comunicaciones militares y civiles de la región sureste de EE. UU., una zona estratégica por su concentración de bases militares. Pero, ¿es esto una amenaza real o una narrativa inflada por intereses políticos?
China no solo está instalando equipos de inteligencia. Su influencia en Cuba se extiende a la infraestructura tecnológica, gigantes como Huawei y ZTE, vetados en EE. UU. por riesgos de espionaje, han modernizado las telecomunicaciones cubanas desde los 2000. Además, un proyecto anunciado en 2024 por la Fundación Andrés Bello detalla que China planea construir 92 granjas solares en la isla para generar 2,000 megavatios, una iniciativa que, aunque busca paliar la crisis energética cubana, despierta sospechas sobre segundas intenciones. ¿Es este un esfuerzo humanitario o una estrategia para afianzar su presencia geopolítica en el patio trasero de EE. UU.?
Las reacciones en redes sociales, reflejan la polarización. Mientras algunos usuarios piden un bloqueo total a Cuba, otros señalan la hipocresía de EE. UU., que también opera bases de inteligencia en múltiples países. La historia se repite: desde la Crisis de los Misiles en 1962, Cuba ha sido un punto de tensión entre superpotencias. Sin embargo, la falta de acción concreta por parte de Washington, más allá de declaraciones como las de Antony Blinken en 2023 sobre “monitorear de cerca” la situación, genera dudas sobre la capacidad o la voluntad de EE. UU. para contrarrestar esta creciente influencia china.
El escenario es preocupante, pero no sorprende. China ha encontrado en Cuba un aliado estratégico para desafiar la hegemonía estadounidense, mientras el régimen cubano, asfixiado por sanciones, ve en Pekín una tabla de salvación. La pregunta no es si China está espiando a EE. UU. desde Cuba, sino hasta dónde está dispuesto Washington a tolerarlo antes de actuar. Por ahora, a 90 millas de Florida, el juego de espías sigue su curso.