¿Cortesía o conflicto de intereses? El caso de los boletos VIP de Fórmula 1 que sacuden a Gutiérrez Luna
El diputado asegura que los boletos, valuados en 170,000 pesos cada uno, fueron un regalo sin costo personal
CDMX.- El presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, se encuentra en el ojo del huracán tras admitir que asistió a una exclusiva fiesta VIP de la Fórmula 1 en 2024 gracias a una “cortesía” del elitista Club 51, un espacio reservado para empresarios de alto perfil. En una declaración desde el podio legislativo, Gutiérrez defendió que los boletos, valuados en 8,500 dólares cada uno (unos 170,000 pesos), no implicaron un gasto personal, sino un regalo de esta organización, que también extendió invitaciones a otras “personalidades”. Sin embargo, la explicación ha desatado más dudas que certezas.
El contexto es delicado: la legislación mexicana, bajo la Ley General de Responsabilidades Administrativas, prohíbe a los funcionarios públicos aceptar regalos que puedan interpretarse como influencias indebidas. Cada boleto VIP, según reportes verificados, supera ampliamente el umbral permitido, y la presencia de Gutiérrez junto a su esposa, la diputada Diana Karina Barreras, en un evento cuyo costo conjunto ronda los 340,000 pesos, levanta sospechas de posibles favores ocultos. Club 51 respaldó al legislador, asegurando que las invitaciones forman parte de su estrategia para vincular a miembros y figuras públicas, pero no aclaró qué contrapartidas, si las hay, podrían esperarse a cambio.
La defensa de Gutiérrez no convence a todos. Acusó a la “derecha” de orquestar una campaña para deslegitimarlo, negando con vehemencia que un reloj valuado en 700,000 pesos o zapatos de 20,000 pesos formen parte de su guardarropa, y ofreciendo disculpas a quienes se sintieron agraviados por la polémica.
Este caso pone en jaque la ética pública en México. ¿Son estas “cortesías” un gesto de hospitalidad o un puente hacia influencias indebidas? Mientras las redes sociales arden con críticas y el Club 51 guarda silencio sobre las intenciones reales, la ciudadanía exige transparencia. La línea entre lo permitido y lo cuestionable se difumina, y Gutiérrez Luna deberá probar que su silla legislativa no está a la venta por un boleto de lujo.