De la austeridad al lujo: El vuelo a París que expone la hipocresía de Morena
El costo de cada boleto ascendía a 311,549 pesos, y el senador viajaba acompañado de una mujer y un asistente, lo que eleva la factura a casi un millón de pesos
CDMX.- El pasado 4 de mayo de 2025, mientras el Consejo Nacional de Morena aprobaba un decálogo ético impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum, que prohíbe explícitamente excesos, lujos y desplantes de poder entre sus militantes, el coordinador de la mayoría oficialista en el Senado, Adán Augusto López Hernández, era visto abordando un vuelo a París en la clase Premier de AirFrance. El costo de cada boleto ascendía a 311,549 pesos, y el senador viajaba acompañado de una mujer y un asistente, lo que eleva la factura a casi un millón de pesos. Este dato, verificado por testigos en el vuelo AF0179 que despegó a las 19:15 horas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México rumbo al Charles de Gaulle, pone en entredicho el compromiso de Morena con los principios de austeridad que tanto pregona.
El incidente no es un caso aislado, sino que revive una crítica recurrente hacia el liderazgo de Morena, el fenómeno de la “izquierda caviar”. Este término, acuñado en los círculos políticos franceses de los años 80 y popularizado por el periodista Laurent Joffrin en su libro Histoire de la gauche caviar (2006), describe a aquellos líderes de izquierda que, mientras abogan por la justicia social y la austeridad para las masas, llevan un estilo de vida ostentoso que contradice sus discursos. En México, la etiqueta parece encajar perfectamente con figuras como López Hernández, quien, según datos de transparencia del INEGI (2024), percibe un salario mensual de aproximadamente 105,000 pesos como senador. Esto plantea una pregunta inevitable: ¿cómo financia un servidor público un viaje de tal magnitud, que equivale a casi tres meses de su sueldo oficial por cada boleto?
El contraste es aún más crudo si consideramos el contexto político. Morena ha construido su narrativa sobre la lucha contra la corrupción y el despilfarro, pero acciones como esta alimentan las acusaciones de hipocresía. Mientras el partido pide a sus simpatizantes ajustarse a un código de ética que rechaza la frivolidad, sus líderes parecen exentos de seguir las mismas reglas. La pregunta no es solo si López Hernández pagó este viaje con recursos propios o públicos —algo que aún no se ha esclarecido—, sino cómo un partido que se dice defensor del pueblo puede permitir que sus figuras más visibles actúen con tal descaro. Este episodio, sin duda, pone a prueba la credibilidad de Morena y su capacidad para predicar con el ejemplo en un momento en que la confianza ciudadana es más crucial que nunca.