Delcy Rodríguez llama a México, Colombia y Brasil a formar un “frente latinoamericano” contra EE.UU.
La vicepresidenta venezolana hizo la propuesta este miércoles en Caracas, en respuesta al despliegue militar de Washington
Venezuela.- En medio de un Caribe en ebullición la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez lanzó este miércoles una propuesta audaz: Venezuela está “lista para unirse” a Colombia, Brasil y México en defensa de la “libertad y soberanía”. Pronunciada durante la conmemoración del Día de la Asamblea Nacional, la declaración busca tejer un eje regional ante lo que Caracas califica de “agresión imperialista”, evocando tensiones similares a las de agosto, cuando Rodríguez ya alertaba de intervenciones en la región. Pero más allá de la retórica chavista, esta movida huele a desesperación: con sanciones asfixiantes y un Trump que promete mano dura, Maduro precisa urgentemente un paraguas diplomático.
La invitación genera escepticismo en los países mencionados, donde líderes como Petro en Colombia y Lula en Brasil han mantenido distancias tibias con Caracas, priorizando estabilidad interna sobre aventuras antiyanquis. En redes, la propuesta desata burlas: colombianos la tildan de “locura” y venezolanos opositores, de “patadas de ahogado”. Analíticamente, parece un intento de Maduro por reactivar el viejo sueño bolivariano de integración, pero sin reciprocidad real: ni Bogotá ni Brasília han mordido el anzuelo, temiendo escaladas que afecten sus economías atadas a Washington.
Para México, bajo Claudia Sheinbaum, el impacto es el más delicado. Por un lado, alinearse reforzaría el liderazgo azteca en la CELAC, promoviendo una “unidad latinoamericana” que resuena con la Doctrina Estrada de no intervención y podría ablandar presiones migratorias venezolanas en la frontera sur. Sin embargo, el riesgo es mayor: con el T-MEC en juego y Trump amenazando aranceles del 25% al acero y autos mexicanos, cualquier guiño a Maduro podría detonar represalias comerciales que golpearían exportaciones por 500 mil millones de dólares anuales. En esencia, Rodríguez ofrece un espejismo de solidaridad que, para el Palacio Nacional, pesa más como carga que como ayuda.



