Desaparecen tres jóvenes que fueron a Mazatlán, Sinaloa, a festejar un cumpleaños
Carlos le envió un mensaje desde Mazatlán: “Ya voy a salir, mi amor, te amo”.
Sinaloa.- En un fin de semana que prometía ser de celebración, José Isaías García Rosey, de 23 años, y los hermanos Santiago y Carlos Enrique Sánchez Rodríguez, originarios de Querétaro, desaparecieron en Sinaloa tras festejar el cumpleaños de José Isaías en Mazatlán. Los jóvenes, quienes viajaron desde Querétaro para disfrutar de unos días en la costa, perdieron contacto con sus familias el pasado 7 de abril de 2025, cuando emprendían su regreso. Este caso, que se suma a los cientos de desapariciones registradas en el estado, expone la fragilidad de la seguridad en la región y la persistente impunidad que caracteriza estos delitos.
Según el testimonio de Andrea, novia de Carlos Enrique, los jóvenes se comunicaron por última vez alrededor de las 18:52 horas del 7 de abril. Carlos le envió un mensaje desde Mazatlán: “Ya voy a salir, mi amor, te amo”. Tres horas después, la ubicación en tiempo real de su teléfono indicaba que se encontraba en Concordia, un municipio serrano al sur de Sinaloa, colindante con Mazatlán. Posteriormente, el dispositivo marcó un desplazamiento hacia Copala, otro pueblo en la sierra, antes de regresar a Concordia. Una llamada de un segundo fue el último indicio antes de que el teléfono se apagara. Desde entonces, no hay rastro de los tres jóvenes.
Concordia, un municipio rural de Sinaloa, lleva más de una década marcado por la violencia de grupos criminales que han provocado desplazamientos forzados y un clima de inseguridad constante. Según reportes del Consejo Estatal de Seguridad Pública, esta zona es una de las más peligrosas del estado, con antecedentes de enfrentamientos entre facciones del crimen organizado que disputan el control de rutas y territorios. En este contexto, la desaparición de los jóvenes no es un hecho aislado. En 2024, la Fiscalía General del Estado de Sinaloa registró 1,616 casos de desaparición, todos sin resolución. En lo que va de 2025, hasta el 13 de abril, se han abierto 410 investigaciones por este delito en el estado, cuatro de ellas en Concordia, tres en abril.
Las autoridades de Sinaloa y Querétaro han iniciado una investigación conjunta, pero los avances son nulos. La carpeta de investigación MAZTL/FEDFP/2651/2025/CI se abrió el 11 de abril, cuatro días después de la desaparición, junto con las fichas de búsqueda de los tres jóvenes. Este retraso inicial refleja una problemática recurrente en la atención a casos de desaparición en México: la falta de celeridad y coordinación entre instituciones. La incertidumbre sobre el lugar exacto donde ocurrió la desaparición —si en Mazatlán, en alguna carretera hacia Querétaro o en Concordia— complica aún más las labores de búsqueda.
El caso ha golpeado duramente a las familias de los jóvenes. Andrea, quien ha asumido un rol activo en la búsqueda, describe el dolor de una familia pequeña que ahora enfrenta la ausencia de dos de sus miembros: “Somos una familia chica, imagínate cómo estamos si nos faltan dos”. La falta de respuestas y el historial de impunidad en Sinaloa alimentan la desesperación de los seres queridos, quienes se enfrentan a un sistema que, según datos oficiales, no ha resuelto un solo caso de desaparición en el estado en los últimos años.
El contexto de Mazatlán y sus alrededores no ayuda a generar optimismo. Aunque la ciudad es un destino turístico popular, la región no está exenta de la violencia que azota a Sinaloa. Incidentes recientes, como el atentado contra un empresario y la detención de un grupo armado durante el primer día del carnaval de Mazatlán en febrero de 2025, evidencian la presencia de dinámicas criminales que trascienden las zonas urbanas y se extienden a las carreteras y municipios rurales como Concordia. Además, la autopista Durango-Mazatlán, una de las posibles rutas de regreso de los jóvenes, ha sido escenario de accidentes y hechos violentos, como el vuelco del autobús del cantante Memo Garza en 2024.
La desaparición de José Isaías, Santiago y Carlos Enrique no solo pone en evidencia la crisis de seguridad en Sinaloa, sino también la incapacidad del sistema para garantizar justicia y protección. A 15 días de los hechos, las preguntas siguen sin respuesta: ¿Qué pasó con los jóvenes? ¿Fueron víctimas de un delito en la carretera, en Concordia, o en otro punto del trayecto? ¿Por qué las autoridades no han logrado avances significativos? Mientras las familias esperan, el caso se suma a una larga lista de desapariciones que, en un estado donde la impunidad es la norma, corren el riesgo de quedar en el olvido.