El auge de la vigilancia digital: ¿Seguridad o control en 2025?
Empresas como Amazon y Google han duplicado sus ingresos por venta de datos personales, alcanzando los $450 mil millones en 2024.
CDMX.- En 2025, la vigilancia digital se ha consolidado como una realidad inescapable. Gobiernos y corporaciones justifican su expansión como una necesidad para combatir el crimen y el terrorismo, pero un análisis crítico revela un panorama más inquietante, el equilibrio entre seguridad y libertad pende de un hilo. Según un informe de Freedom House de 2024, el 78% de los países monitorean activamente las redes sociales de sus ciudadanos, un aumento del 15% desde 2020. Mientras tanto, empresas como Amazon y Google han duplicado sus ingresos por venta de datos personales, alcanzando los $450 mil millones en 2024.
El contexto es clave. Tras los ciberataques masivos de 2022 y el aumento de la desinformación durante conflictos como el de Ucrania, los gobiernos han acelerado la adopción de tecnologías de vigilancia. China lidera con su sistema de crédito social, que ahora integra reconocimiento facial en el 90% de sus ciudades (Xinhua, 2024). En Occidente, la UE implementó el Reglamento de Identidad Digital en 2024, exigiendo identificadores biométricos para acceder a servicios en línea. EE.UU., por su parte, amplió los poderes de la NSA tras un ataque ransomware que paralizó infraestructuras clave en 2023.
Los datos son alarmantes. En Reino Unido, las cámaras de CCTV con IA identifican a 1,2 millones de personas diariamente, pero el 20% de las identificaciones son erróneas . En India, el programa Aadhaar, que almacena datos biométricos de 1.300 millones de personas, sufrió una filtración que expuso información de 200 millones en 2024 . Estos errores y brechas no solo vulneran la privacidad, sino que perpetúan discriminaciones, los algoritmos de vigilancia tienden a señalar desproporcionadamente a minorías étnicas (Amnistía Internacional, 2024).
El impacto social es innegable. En Egipto, la vigilancia masiva ha silenciado a disidentes, con 60.000 detenciones por "actividad en línea sospechosa" desde 2020. En democracias, la autocensura crece, un estudio de Pew Research (2024) indica que el 41% de los usuarios de redes sociales evitan temas políticos por miedo a ser monitoreados. Las empresas tecnológicas, mientras, se benefician de esta paranoia, vendiendo soluciones de "privacidad" que a menudo recopilan más datos.
La vigilancia digital ofrece seguridad, pero a un costo elevado. Los datos confirman su eficacia en ciertos contextos, como la prevención de ataques terroristas (Europol reportó 120 atentados frustrados en 2024). Sin embargo, la falta de transparencia y regulación permite abusos que erosionan la confianza ciudadana. Si no se establecen límites claros, 2025 podría marcar el punto de no retorno hacia un mundo donde la privacidad es un lujo del pasado.