El cardenal Sarah lanza una advertencia profética: "Si el cristianismo desaparece en Europa, el mundo entero estará amenazado"
El cardenal Robert Sarah, purpurado guineano y referente del ala conservadora de la Iglesia Católica, ha advertido que la desaparición del cristianismo en Europa pondría en riesgo al mundo entero
Europa.- En un momento en que las iglesias europeas se vacían y el secularismo avanza como una marea imparable, el cardenal guineano Robert Sarah, figura icónica del conservadurismo católico, ha elevado la voz con una frase que resuena como un trueno: “Si el cristianismo desaparece en Europa, el mundo entero estará amenazado”. Esta declaración, recirculada en redes y medios católicos esta semana, no es un lamento nostálgico, sino un diagnóstico crudo de la crisis espiritual que azota al Viejo Continente. Sarah, ex prefecto de la Congregación para el Culto Divino y conocido por su frontalidad contra la “dictadura del relativismo” —como él la llama—, apunta a un declive demográfico y moral que ya no es solo un problema local: según datos del Pew Research Center de 2023, solo el 22% de los europeos asisten regularmente a servicios religiosos, una caída del 10% en una década, mientras la inmigración musulmana crece un 15% anual en países como Francia y Alemania.
El cardenal, de 80 años y con un historial de críticas al Papa Francisco en temas como la liturgia tradicional, ve en esta erosión no solo la pérdida de raíces judeocristianas que forjaron la democracia y los derechos humanos, sino un riesgo global. Europa, argumenta, ha sido el faro de la fe cristiana durante siglos, exportándola a África y América; su apagón dejaría al mundo huérfano de un contrapeso ético ante el auge de autoritarismos y consumismos vacíos. En una entrevista reciente en YouTube (diciembre 2025), Sarah vincula esto a la “baja natalidad occidental”, que podría hacer desaparecer al continente en unas generaciones, según proyecciones de la ONU que estiman una reducción poblacional del 5% para 2050. Críticos lo tildan de alarmista, pero sus palabras invitan a una reflexión incómoda: ¿está Europa traicionando su legado, o es Sarah el último guardián de una tradición en extinción?
Esta advertencia llega en vísperas de un sínodo vaticano sobre la sinodalidad, donde voces como la de Sarah claman por un retorno a las raíces. No es solo teología; es geopolítica disfrazada de profecía. Si el cristianismo se diluye, ¿quién llenará el vacío? El mundo observa, y Europa, con sus catedrales mudas, podría ser el primer aviso de una tormenta mayor.



