El exsecretario de Seguridad de Tabasco, Hernán Bermúdez, rechaza extradición y se encierra en Paraguay
El exfuncionario, acusado de liderar "La Barredora" y vinculado al CJNG, fue capturado en un operativo binacional y rechaza extradición a México
Paraguay.- En una noche oscura, con los faros de los vehículos iluminando una residencia de lujo en Paraguay, las imágenes capturadas por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) revelan un operativo que marca un capítulo más en la caída de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad de Tabasco y presunto líder del grupo criminal "La Barredora". Detenido el viernes pasado, Bermúdez ha decidido no someterse a una extradición simplificada, optando por permanecer en prisión preventiva en Paraguay mientras se tramita su entrega a México. Esta decisión, lejos de ser un mero trámite legal, abre una serie de interrogantes sobre los intereses en juego y las posibles estrategias detrás de su negativa.
La captura de Bermúdez, anunciada por el propio Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana de México, no solo confirma la conexión entre el exfuncionario y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), sino que también pone en el centro del debate la eficacia de las operaciones binacionales y la capacidad de las autoridades mexicanas para desmantelar redes criminales que, aparentemente, operan con impunidad. Las imágenes del operativo, que muestran a agentes armados ingresando a la residencia, contrastan con las declaraciones de Adán Augusto López, exgobernador de Tabasco, quien asegura que nunca sospechó de las actividades de su excolaborador. Sin embargo, esta afirmación choca con la realidad de un hombre que, según las autoridades, lideraba una organización dedicada al tráfico de drogas, extorsión y robo de combustible.
La negativa de Bermúdez a la extradición simplificada podría interpretarse como una táctica dilatoria, un intento de ganar tiempo para negociar o, incluso, como una señal de que teme más a las consecuencias en México que a las condiciones de detención en Paraguay. Este movimiento no solo complica el proceso legal, sino que también pone en evidencia las limitaciones del sistema de justicia mexicano, donde figuras como Bermúdez han logrado evadir la acción de la ley durante años. La prisión preventiva en Paraguay, mientras tanto, se convierte en un escenario donde el exsecretario podría intentar influir en el curso de los eventos, aprovechando las diferencias entre los sistemas jurídicos de ambos países.
En este contexto, la detención de Bermúdez no es solo un triunfo operativo, sino también un recordatorio de las profundas fallas en la gobernanza y la seguridad en México. La conexión entre funcionarios públicos y el crimen organizado sigue siendo un problema estructural, y casos como este exigen una reflexión crítica sobre cómo se seleccionan, supervisan y sancionan a quienes ocupan cargos de poder. Mientras tanto, en Paraguay, Bermúdez permanece recluido, pero la sombra de su influencia y las ramificaciones de su red criminal siguen proyectándose sobre ambos países. La pregunta que queda en el aire es si esta detención marcará realmente un punto de inflexión o si, como en tantos otros casos, será solo un episodio más en la larga lista de impunidades.