¿El fin de la guerra o un pacto forzado? Keith Kellogg anuncia un controversial acuerdo entre Ucrania y Rusia
La declaración de Kellogg llega en el marco de los primeros 100 días de la segunda administración de Trump, quien ha adoptado una postura agresiva para forzar un desenlace en el conflicto
Londres.- En un anuncio que ha sacudido el panorama geopolítico, Keith Kellogg, enviado especial del presidente Donald Trump para Ucrania y Rusia, afirmó este 30 de abril de 2025 en Londres que Ucrania ha aceptado ceder territorios a Rusia bajo 22 condiciones específicas impuestas por Estados Unidos para alcanzar un acuerdo de paz. Este desarrollo marca un posible punto de inflexión en un conflicto que, desde la invasión rusa de 2022, ha dejado más de 500,000 muertos, según estimaciones de la ONU, y ha desplazado a millones de personas en una de las peores crisis humanitarias de las últimas décadas.
Un giro en la política exterior de Trump
La declaración de Kellogg llega en el marco de los primeros 100 días de la segunda administración de Trump, quien desde su regreso al poder ha adoptado una postura agresiva para forzar un desenlace en el conflicto. Según un reporte, Estados Unidos suspendió toda ayuda militar a Ucrania, incluyendo el envío de armas, vehículos y equipos que ya estaban en tránsito. Esta decisión, tomada sin consultar a los aliados de la OTAN ni al grupo Ramstein —una coalición de 57 países que ha coordinado el apoyo a Ucrania—, ha sido interpretada como un intento deliberado de presionar a Kiev para que negocie con el Kremlin. Además, Trump ha restringido el intercambio de inteligencia con Ucrania, debilitando aún más su posición en el campo de batalla.
El enfoque de Trump contrasta radicalmente con la postura inicial de Ucrania, que bajo el liderazgo del presidente Volodymyr Zelenskyy había insistido en recuperar todos los territorios ocupados por Rusia, incluyendo las regiones de Luhansk y Donetsk, así como Crimea, anexionada ilegalmente por Moscú en 2014. Sin embargo, la presión estadounidense parece haber surtido efecto, obligando a Ucrania a aceptar un acuerdo que, según Kellogg, incluye la cesión de territorios a cambio de garantías de seguridad. Aunque no se han detallado públicamente las 22 condiciones impuestas por Washington, el anuncio sugiere que Ucrania podría estar renunciando a una parte significativa de su soberanía territorial para poner fin a la guerra.
La opinión pública ucraniana: entre la resignación y la resistencia
La noticia ha generado un intenso debate dentro y fuera de Ucrania. Una encuesta de Gallup publicada en noviembre de 2024 reveló que el 51% de los ucranianos está dispuesto a aceptar concesiones territoriales si eso significa poner fin al conflicto lo antes posible. Este dato refleja el agotamiento de una población que lleva más de tres años enfrentando bombardeos, desplazamientos y una economía devastada. Sin embargo, el mismo sondeo mostró que un 38% de los ciudadanos se opone firmemente a ceder territorio, lo que evidencia la profunda división que atraviesa al país. Para muchos ucranianos, ceder terreno a Rusia no solo implica una pérdida territorial, sino una traición a los ideales de soberanía e independencia por los que han luchado.
Por otro lado, Rusia ha mantenido una postura inflexible en las negociaciones. El Kremlin ha exigido el reconocimiento formal de su control sobre cuatro regiones ucranianas —Donetsk, Luhansk, Zaporiyia y Jersón—, así como la anexión de Crimea, como condición para cualquier acuerdo de paz. Además, Moscú ha planteado demandas adicionales, como la prohibición de que Ucrania ingrese a la OTAN, su desmilitarización y cambios legislativos para restaurar la influencia del idioma, la cultura y las organizaciones religiosas rusas en Ucrania. Estas condiciones han sido calificadas por analistas como un intento de socavar la soberanía ucraniana y consolidar el dominio ruso en la región.
Las implicaciones de un acuerdo desigual
El anuncio de Kellogg plantea serias preguntas sobre el futuro de Ucrania y el equilibrio de poder en Europa del Este. Si bien un acuerdo de paz podría poner fin a las hostilidades inmediatas, muchos expertos temen que las concesiones exigidas por Rusia y avaladas por Estados Unidos dejen a Ucrania en una posición de vulnerabilidad permanente. La ausencia de garantías internacionales sólidas —como las que Kellogg había defendido previamente — podría permitir a Rusia reanudar su agresión en el futuro, especialmente si no se establecen mecanismos claros de verificación y cumplimiento del acuerdo.
Además, la decisión de Trump de marginar a los aliados europeos en este proceso ha generado tensiones dentro de la OTAN. La falta de consulta con el grupo Ramstein y la suspensión unilateral de la ayuda militar han sido interpretadas como un mensaje claro: Washington está dispuesto a imponer su visión de la paz, incluso a costa de la unidad transatlántica. Esto podría tener repercusiones a largo plazo en la credibilidad de Estados Unidos como líder del bloque occidental, especialmente en un momento en que Europa enfrenta sus propios desafíos para apoyar a Ucrania militarmente. Las naciones europeas apenas podrían desplegar 25,000 tropas como fuerza de disuasión en Ucrania, muy por debajo del objetivo de 64,000 propuesto por el Reino Unido.
¿Paz o capitulación?
El anuncio de Keith Kellogg ha sido recibido con una mezcla de escepticismo y resignación. Mientras algunos ven en este acuerdo una oportunidad para detener el derramamiento de sangre, otros lo consideran una capitulación disfrazada que premia la agresión rusa y socava los sacrificios de Ucrania. La historia reciente sugiere que negociar con el Kremlin desde una posición de desventaja raramente garantiza una paz duradera: los acuerdos de Minsk, firmados en 2014 y 2015, no lograron detener el conflicto en el este de Ucrania y, en última instancia, allanaron el camino para la invasión rusa de 2022.
A medida que los detalles del acuerdo se hagan públicos, el mundo observará de cerca si esta iniciativa logra traer una paz sostenible o si, por el contrario, se convierte en un nuevo capítulo de inestabilidad en la región. Por ahora, la pregunta que resuena entre los ucranianos y sus aliados es clara: ¿es este el fin de la guerra o simplemente el comienzo de una nueva etapa de desafíos para Ucrania?