El hongo silencioso: Arresto en Detroit expone amenaza de agroterrorismo desde China
Dos ciudadanos chinos, fueron arrestados en Detroit acusados de contrabandear Fusarium graminearum, un hongo devastador clasificado como un arma potencial de agroterrorismo.
Detroit .- En un caso que ha encendido las alarmas sobre la seguridad nacional y la bioseguridad en Estados Unidos, dos ciudadanos chinos, Yunqing Jian y Zunyong Liu, fueron arrestados en Detroit acusados de contrabandear Fusarium graminearum, un hongo devastador clasificado como un arma potencial de agroterrorismo por el Departamento de Justicia estadounidense. Según las autoridades, el patógeno, interceptado en el aeropuerto de Detroit, estaba destinado a un laboratorio no autorizado en la Universidad de Michigan, donde la investigadora Jian, vinculada al Partido Comunista Chino, planeaba estudiarlo.
El Fusarium graminearum no es un hongo cualquiera, es el agente causante del tizón de la espiga, una enfermedad que ataca cultivos esenciales como el trigo y el maíz, pilares de la seguridad alimentaria. Este patógeno produce micotoxinas como el deoxinivalenol, que pueden ser tóxicas para humanos y animales, causando desde problemas de salud hasta pérdidas económicas millonarias. Un brote significativo, como el de la epidemia de tizón en el trigo en EE.UU. durante los años 90, generó daños por más de 3,000 millones de dólares, según datos históricos del Departamento de Agricultura. Además, su potencial como arma biológica no es nuevo, desde la década de 1940, el ejército estadounidense lo ha estudiado por su capacidad destructiva, lo que eleva la gravedad de este incidente.
El caso no solo pone en el foco los riesgos del agroterrorismo, sino que también reaviva las tensiones entre EE.UU. y China. La conexión de Jian con el PCC refuerza las sospechas de espionaje patrocinado por el estado chino, un temor que no es infundado. Un informe del Departamento de Estado de EE.UU. en 2020 ya advertía sobre las estrategias del PCC para explotar instituciones académicas extranjeras, a menudo bajo la fachada de estudiantes e investigadores, con el objetivo de obtener tecnología y conocimientos sensibles. Este incidente se suma a una larga lista de fricciones bilaterales, que incluyen acusaciones de robo de propiedad intelectual y preocupaciones por la bioseguridad, especialmente tras la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, el caso también invita a la reflexión, ¿hasta qué punto las universidades estadounidenses, en su afán por atraer talento global, han descuidado los controles de seguridad? La Universidad de Michigan, donde Jian trabajaba, enfrenta ahora un escrutinio intenso por permitir actividades no autorizadas en sus laboratorios. Además, las acusaciones de "acto de guerra" que circulan en redes sociales, aunque exageradas, reflejan un creciente sentimiento de desconfianza hacia China en un contexto de polarización global.
Este arresto no es un evento aislado, sino un recordatorio de los desafíos que enfrenta EE.UU. para proteger su agricultura y seguridad nacional frente a amenazas no convencionales. Mientras las investigaciones avanzan, una cosa queda clara, la línea entre la colaboración científica y el riesgo de sabotaje nunca había sido tan delgada.