El infierno en butaca: Cuando un niño convierte un vuelo en pesadilla viral
Paul Lee, conocido tiktoker de viajes, publicó un video donde un menor golpea repetidamente su respaldo durante un vuelo
Viral.- Paul Lee, el popular influencer tailandés de viajes con miles de seguidores en TikTok, vivió lo que él mismo bautizó como “el peor vuelo de mi vida”. En un trayecto de varias horas, un niño sentado al lado de él no paró de patear su asiento con saña, mientras la madre, en lugar de intervenir, optaba por reírse de la situación como si fuera un chiste privado. Lee, con una mezcla de resignación y humor negro, grabó el calvario en vertical: se ve al pequeño golpeando sin cesar, a la madre carcajeándose y a él contorsionándose para esquivar los impactos, todo bajo el lema “Worst flight in my life”. El video, subido hace unos días, explotó en redes, acumulando millones de vistas y desatando un torbellino de reacciones.
Este no es un caso aislado en la era de los vuelos low-cost, donde el hacinamiento convierte aviones en latas de sardinas voladoras, pero la historia de Lee añade un giro: su fama amplifica el debate sobre la crianza en espacios compartidos. ¿Hasta dónde llega la tolerancia de un pasajero ante la indisciplina ajena? Lee, conocido por sus guías exóticas desde Bangkok a Bali, eligió la empatía –”solo atiné a tomarlo de buen humor”, relató–, pero sus seguidores no: miles exigieron sanciones a la aerolínea o traslados forzados para padres negligentes. En Tailandia y Latinoamérica, donde el video rebota como un balón, surge la pregunta: ¿es un derecho infantil jugar a “golpear” o una falla sistémica de las compañías aéreas, que priorizan precios bajos sobre comodidad?
Analíticamente, este viral expone grietas en la etiqueta aérea post-pandemia: mientras algunos defienden la “inocencia infantil”, otros ven en la risa materna un permiso tóxico para el descontrol. Lee no demandó, pero su relato obliga a reflexionar: ¿y si el próximo pateado eres tú? En un mundo donde volar es un lujo precario, urge que padres y aerolíneas asuman responsabilidad, antes de que un asiento pateado derive en un escándalo mayor. El debate, al menos, ya despegó.



