El negocio oculto del narcorrap: Sanciones de EE.UU. golpean al Cártel del Noreste y al narco-rapero El Makabelico por presunto lavado de dinero
Tesoro estadounidense vincula conciertos y regalías del artista con financiamiento del CDN
EU.- El Tesoro de Estados Unidos dio un golpe contundente este miércoles al sancionar a tres líderes del Cártel del Noreste (CDN), una organización mexicana clasificada como terrorista, y al narco-rapero Ricardo Hernández Medrano, conocido como El Makabelico. Según el Departamento del Tesoro, los conciertos y regalías de este artista, con millones de seguidores en plataformas como YouTube y Spotify, sirven como fachada para blanquear dinero, con el 50% de sus ganancias supuestamente destinadas al CDN. La noticia, pone bajo la lupa una industria musical que, históricamente, ha coqueteado con el narcotráfico.
El caso no es aislado. El CDN, surgido de la fractura de Los Zetas, domina la frontera entre Nuevo Laredo y Laredo, Texas, y ha sido vinculado al tráfico de fentanilo y la trata de personas, según datos oficiales del Tesoro. El Makabelico, originario de Tamaulipas, ha construido una carrera con letras bélicas que glorifican la violencia, un estilo que recuerda a los narcocorridos de antaño, como los de Chalino Sánchez, asesinado en 1992. Expertos, como Elijah Wald, han advertido que no siempre hay pruebas directas de que los artistas sean objetivos de los carteles, pero la conexión entre música y lavado de dinero no es nueva: entre 2006 y 2008, más de una docena de músicos mexicanos fueron asesinados en un contexto de sospechas similares.
La pregunta crítica es inevitable: ¿hasta qué punto los fans que consumen este género son cómplices inconscientes de un esquema criminal? Las sanciones de EE.UU. sugieren que las plataformas de streaming, al aceptar regalías de estos artistas, podrían estar facilitando, sin saberlo o no, el flujo de fondos ilícitos. Sin embargo, el gobierno mexicano guarda silencio, y la industria musical sigue sin rendir cuentas claras. Mientras tanto, el debate sobre la responsabilidad cultural y económica de estos fenómenos queda en el aire, alimentando una narrativa que mezcla entretenimiento y crimen con demasiada naturalidad.