El regreso del “Dr. Muerte”: Sheinbaum designa a Hugo López-Gatell representante de México ante la OMS
López-Gatell, el rostro visible de la estrategia mexicana contra el COVID durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, con un exceso de mortalidad de 806,619 personas.
CDMX.— En un movimiento que ha desatado una tormenta de indignación y desconcierto, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció hoy la designación de Hugo López-Gatell, el polémico exsubsecretario de Salud apodado “Dr. Muerte” por sus críticos, como representante de México ante la Organización Mundial de la Salud (OMS). La decisión, tomada sin necesidad de ratificación del Senado, reaviva el dolor de miles de familias que aún lloran las consecuencias de una gestión sanitaria marcada por el caos, el desabasto de medicamentos y un exceso de mortalidad de 806,619 personas durante la pandemia de COVID-19, según la Comisión Independiente de Investigación.
López-Gatell, el rostro visible de la estrategia mexicana contra el coronavirus durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, se convirtió en una figura divisiva. Su insistencia en el sistema de vigilancia centinela –que subestimó los casos reales por falta de pruebas masivas– y sus declaraciones desdeñosas sobre el uso del cubrebocas, tildándolo de “poco útil”, aún resuenan como un eco amargo en un país que fue el cuarto con más muertes por COVID-19 en el mundo. La Comisión Independiente estima que al menos 224,000 de esas muertes pudieron evitarse con una gestión más efectiva. Sin embargo, para Sheinbaum, este historial parece ser un mérito suficiente para enviarlo a Ginebra a representar a México en la arena global.
Un historial de tropiezos y tragedias
El apodo “Dr. Muerte” no es un capricho de la oposición, sino un reflejo del dolor colectivo. Bajo la batuta de López-Gatell, México enfrentó no solo la pandemia, sino una crisis de desabasto de medicamentos que dejó a niños con cáncer sin quimioterapias y a pacientes con VIH o diabetes sin tratamientos esenciales. Organizaciones como Cero Desabasto calculan que al menos 1,600 menores fallecieron entre 2019 y 2022 por la falta de fármacos oncológicos, mientras padres desesperados bloqueaban avenidas en la Ciudad de México exigiendo soluciones. La respuesta de López-Gatell fue, en el mejor de los casos, indiferente; en el peor, cínica, al calificar el desabasto como un “problema menor” orquestado por intereses políticos.
Sus contradicciones no pasaron desapercibidas. Mientras pedía a los mexicanos evitar viajes no esenciales durante la pandemia, él mismo fue fotografiado paseando en una playa de Oaxaca, sin cubrebocas, en el pico de la crisis. Sus proyecciones optimistas –asegurando que las muertes no superarían las 60,000 en el “peor escenario”– se estrellaron contra la realidad de un sistema de salud colapsado, hospitales desbordados y un exceso de mortalidad que triplicó sus estimaciones más sombrías.
¿Un premio a la lealtad?
La designación de López-Gatell plantea una pregunta inevitable: ¿por qué premiar a un funcionario cuyo legado está manchado por la tragedia? La respuesta parece radicar en la política de lealtades que define a Morena. López-Gatell, con su doctorado en epidemiología por Johns Hopkins y su elocuencia técnica, fue un soldado fiel de la “Cuarta Transformación”. Defendió con fervor la narrativa de López Obrador, acusando a medios y opositores de fabricar una campaña de desprestigio contra el gobierno. Para Sheinbaum, que busca consolidar su liderazgo sin romper con el legado de su antecesor, este nombramiento es un guiño a la base de Morena y una señal de que las críticas no doblegarán la continuidad del proyecto.
Sin embargo, el costo político es alto. En redes sociales, el hashtag #DoctorMuerte se ha disparado, con usuarios como @JusticiaYaMX calificando la decisión de “burla a las víctimas” y recordando los rostros de los niños que murieron esperando medicamentos. La senadora Lilly Téllez, en un tuit mordaz, escribió: “Sheinbaum envía a López-Gatell a la OMS como si el mundo necesitara lecciones de cómo no manejar una pandemia”. Incluso dentro de Morena, el senador Gerardo Fernández Noroña intentó inicialmente desmentir el nombramiento, evidenciando fisuras en el partido.
Un mensaje contradictorio para la OMS
La ironía es inescapable: la OMS, una institución dedicada a promover la salud global y prevenir futuras pandemias, recibirá a un representante cuyo país pagó un precio descomunal por errores de cálculo. México, con una de las tasas de letalidad por COVID-19 más altas del mundo (8.9% en 2021, según la OMS), no es precisamente un modelo a seguir. Enviar a López-Gatell a Ginebra podría interpretarse como un intento de México por reivindicar su gestión en el escenario internacional, pero también arriesga exponer al país a un escrutinio aún mayor.
El peso de la memoria
Para las familias que perdieron seres queridos, ya sea por COVID-19 o por la falta de medicamentos, la designación de López-Gatell es una herida que se reabre. “No es solo un nombramiento, es una afrenta”, dice María Elena Gómez, madre de un niño con leucemia que murió en 2021 por falta de vincristina. “¿Cómo puede alguien que no resolvió el desabasto representar a México ante el mundo?”.
Sheinbaum, al tomar esta decisión, apuesta por la lealtad política sobre la reconciliación con un país fracturado. La pregunta ahora es si el “Dr. Muerte” logrará redimirse en Ginebra o si su sombra seguirá persiguiendo a un gobierno que parece empeñado en ignorar el pasado. Mientras tanto, las 806,619 vidas perdidas y las protestas de los padres de niños con cáncer resuenan como un recordatorio de que los errores en salud no se borran con un cargo diplomático.