El río Tula, de nuevo envenenado: ¿Cuántas veces más toleraremos la negligencia de Pemex?
Pemex confirma incidente ambiental en Tula, Hidalgo, tras explosión del sábado; comunidades reportan contaminación en el río
Hidalgo.- El río Tula, una vez más, se ha convertido en un escenario de desastre ambiental. Imágenes y videos que circulan en redes sociales muestran un panorama dantesco: una mancha de combustóleo se extiende por sus aguas, dejando un rastro de contaminación que no solo afecta al ecosistema, sino también a las comunidades aledañas. Este nuevo episodio de negligencia ocurre tras una falla en la Refinería Miguel Hidalgo, en Tula, Hidalgo, durante el fin de semana.
No es la primera vez que esta refinería, operada por Pemex, protagoniza un incidente de este tipo. En abril de 2021, un derrame similar de desechos químicos contaminó miles de litros de agua en el mismo río, generando críticas por la falta de medidas preventivas y la lentitud en las respuestas. Aquella vez, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Hidalgo (SEMARNATH) solicitó informes detallados a Conagua y a la gerencia de la refinería, pero las acciones concretas para evitar futuros desastres parecen haber sido insuficientes.
El problema no es solo el derrame en sí, sino el contexto que lo rodea. La Refinería Miguel Hidalgo ha sido señalada como una de las principales fuentes de contaminación en la región, contribuyendo significativamente a la emisión de dióxido de azufre y partículas PM10 y PM2.5, según datos del Inventario de Emisiones del Estado de Hidalgo. Además, el río Tula ya era considerado uno de los más contaminados del mundo, según un reporte de la ONU en 2006, lo que agrava el impacto de cada nuevo incidente.
La pregunta inevitable es: ¿qué está fallando en la gestión de Pemex? La refinería, que opera con una capacidad instalada de 315,000 barriles diarios pero funciona a menos del 40%, parece no haber aprendido de episodios anteriores. La falla eléctrica del sábado, que supuestamente desvió petróleo hacia los quemadores y generó el derrame, pone en evidencia una infraestructura vulnerable y una falta de protocolos efectivos para emergencias.
Las comunidades locales ya sufren las consecuencias. El olor a hidrocarburo es insoportable, según testimonian los residentes, y la salud de la población está en riesgo. Además, el daño al ecosistema es incalculable, afectando no solo al río Tula, sino también a la presa Endhó y a los cultivos de la región del Valle del Mezquital, que dependen de estas aguas.
Frente a este panorama, las autoridades deben actuar con urgencia. No basta con acordonar la zona y realizar labores de contención; se necesita una investigación exhaustiva para determinar las causas exactas del derrame y sanciones reales para los responsables. Pemex, como empresa estatal, tiene la obligación de responder no solo por los daños ambientales, sino también por la falta de transparencia y responsabilidad.
Este no es un problema aislado, sino un síntoma de una crisis ambiental más amplia en México, donde la negligencia y la impunidad parecen ser la norma. ¿Cuántas veces más veremos al río Tula convertido en un vertedero antes de que se tomen medidas definitivas? La respuesta no puede seguir siendo “nunca más”, si no hay acciones concretas que lo respalden.