El ultimátum de Trump a Putin: ¿Un grito por la paz o una jugada peligrosa?
La declaración de Trump —“Quiero que deje de disparar, se siente y firme un acuerdo”— evoca su estilo de negociador, pero también deja traslucir frustración
Washington.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó un mensaje contundente al presidente ruso, Vladimir Putin: detén los ataques contra civiles ucranianos y firma un acuerdo de paz para poner fin a la guerra que desangra Ucrania desde hace más de tres años. Pronunciadas tras un encuentro con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky en el Vaticano, las palabras de Trump, combinan un anhelo de paz con una advertencia implícita de consecuencias, como restricciones bancarias o sanciones secundarias. Sin embargo, su afirmación de que Zelensky estaría dispuesto a ceder Crimea —contraria a la postura oficial de Ucrania— genera dudas sobre la solidez de su estrategia y el peligro de marginar a Kyiv en las negociaciones. Este ultimátum, presentado como un punto de inflexión, expone tanto el apuro de Trump por cumplir su promesa de campaña de resolver el conflicto como el delicado equilibrio que enfrenta al lidiar con Putin, Zelensky y una Europa escéptica.
Contexto: Una guerra sin fin a la vista
La invasión rusa de Ucrania, iniciada en febrero de 2022, ha dejado un reguero de muerte y transformado el tablero geopolítico. Para abril de 2025, Rusia controla amplias zonas ucranianas, incluida Crimea (anexada en 2014) y partes de Donetsk, Luhansk, Zaporizhzhia y Kherson. Ucrania, apoyada por la ayuda occidental, ha resistido con tenacidad, pero el costo humano y material es abrumador. Los recientes ataques rusos, como el misil que mató a nueve personas e hirió a más de 70 en Kyiv el 24 de abril, o los drones que golpearon Kostyantynivka y Pavlohrad el 27 de abril, reflejan la crudeza del conflicto. En este escenario, Trump, quien asumió la presidencia en enero de 2025, ha apostado su capital político a lograr la paz, prometiendo en campaña una solución rápida que, hasta ahora, no se materializa.
El movimiento de Trump: ¿Presión o postura?
La declaración de Trump —“Quiero que deje de disparar, se siente y firme un acuerdo”— evoca su estilo de negociador, pero también deja traslucir frustración. En un mensaje en Truth Social el 26 de abril, condenó los ataques de Putin contra civiles y sugirió que, de no buscar la paz, Rusia podría enfrentar un “trato diferente” mediante medidas financieras. Este tono contrasta con su anterior cercanía con Putin, a quien alguna vez elogió por sus maniobras en Ucrania. En marzo de 2025, el enviado de Trump, Steve Witkoff, reveló gestos personales de Putin, como rezar por Trump tras un intento de atentado en 2024, lo que sugiere un vínculo que Trump ahora parece usar como palanca —o desafiar.
Críticamente, la insinuación de que Zelensky podría ceder Crimea choca con la posición innegociable de Kyiv. Zelensky ha reiterado que la integridad territorial es intocable, como dejó claro en su “Plan de Victoria” presentado a aliados occidentales en 2024. Las palabras de Trump, tal vez basadas en conversaciones privadas o en suposiciones, amenazan con erosionar la credibilidad de Zelensky y avivar la desconfianza entre los ucranianos, que temen ser empujados a concesiones. Publicaciones en X reflejan esta inquietud: usuarios como @JayinKyiv acusan a Trump de “culpar a Ucrania”, mientras @14ymedio reporta que la “oferta final” de Trump incluye permitir que Rusia retenga territorios ocupados, con la amenaza de Washington de abandonar las negociaciones si se rechaza.
El panorama global: Altas apuestas
La estrategia de Trump elude los marcos multilaterales tradicionales, relegando a la Unión Europea e incluso a Ucrania. En febrero de 2025, señaló que la paz depende de conversaciones directas con Putin, una postura que alarmó a líderes europeos como Kaja Kallas, jefa de política exterior de la UE, quien cuestionó por qué Trump “le da a Rusia todo lo que quiere” antes de negociar. Además, Estados Unidos ha presionado para acceder a los minerales de tierras raras de Ucrania como condición para mantener la ayuda, un trato que Zelensky ha resistido. Esta diplomacia transaccional —paz a cambio de recursos— ha sido criticada por anteponer los intereses estadounidenses a la soberanía ucraniana.
Por su parte, Putin no muestra prisa por ceder. Aunque anunció una “tregua de Pascua” de 30 horas el 19 de abril, Rusia reanudó los ataques, alegando violaciones ucranianas. El Kremlin exige que Ucrania renuncie a la OTAN y reconozca las ganancias territoriales rusas, condiciones que Zelensky considera inaceptables. La confianza de Putin se basa en avances militares, como la supuesta recuperación de Kursk en abril de 2025 con apoyo de tropas norcoreanas, y en su convicción de que el tiempo juega a su favor.
Análisis: ¿Una estrategia fallida?
El ultimátum de Trump es una apuesta arriesgada. Al presionar públicamente a Putin, corre el riesgo de enajenar a un líder con el que ha cultivado cierta afinidad, lo que podría endurecer la postura rusa. Su sugerencia de que Zelensky cedería Crimea subestima la determinación de Kyiv y amenaza con fracturar la relación entre Estados Unidos y Ucrania. La amenaza de sanciones, aunque poderosa, pierde fuerza ante la reorientación económica de Rusia hacia China y los países BRICS. Además, al excluir a Europa, Trump debilita la cohesión de la OTAN, generando recelo en aliados como Polonia y Finlandia, preocupados por un acuerdo bilateral que ignore sus intereses de seguridad.
El momento elegido, tras la reunión en el Vaticano, parece un intento de proyectar autoridad moral, pero carece de un plan claro. Si Putin ignora el ultimatum, Trump enfrentará un dilema: escalar las sanciones, con el riesgo de perturbar los mercados globales, o retroceder, dañando su credibilidad. Zelensky, atrapado entre la presión estadounidense y las expectativas internas, podría resistirse a un acuerdo que sacrifique territorio, especialmente cuando encuestas indican que el 15% de los soldados ucranianos protestarían contra una paz desfavorable.
Conclusión: ¿Paz o precipicio?
El llamado de Trump a Putin para que “deje de disparar” y firme un acuerdo es un movimiento audaz pero plagado de riesgos. Refleja su deseo de poner fin a un conflicto intratable, pero sus contradicciones —cortejar a Putin mientras amenaza con sanciones, malinterpretar las líneas rojas de Zelensky— subrayan la complejidad de la pacificación. Mientras los ataques rusos persisten y Ucrania se mantiene firme, el camino hacia la paz sigue siendo esquivo. El ultimátum de Trump puede captar titulares, pero sin una estrategia coherente que incluya a Kyiv y Europa, corre el riesgo de ser más espectáculo que solución.