Experta de la UNAM alerta sobre hongos que producen aflatoxinas vinculadas al cáncer de hígado
Investigación destaca su presencia en alimentos como tortillas y chile, con riesgos confirmados por estudios científicos
CDMX.- Una reciente publicación ha puesto sobre la mesa un tema alarmante, la posible relación entre ciertos hongos y el cáncer de hígado. Los aflatoxins, toxinas producidas por especies como Aspergillus flavus y A. parasiticus. Según la experta de la UNAM, Magda Carvajal Moreno, estas sustancias, presentes en alimentos comunes como tortillas, chile, arroz y hasta pollo, podrían estar vinculadas no solo al cáncer de hígado, sino también al cervical, un hallazgo respaldado por un estudio premiado en 2025 por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
El dato no es nuevo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) clasifican a los aflatoxins como carcinógenos de grupo 1, con evidencia sólida de su impacto en el hígado. Sin embargo, la novedad radica en la conexión con el cáncer cervical, un vínculo que Carvajal Moreno exploró analizando 800 kilos de tortilla y otros productos en Ciudad de México. Su investigación sugiere que estas toxinas, resistentes al calor y omnipresentes en suelos y aire, se acumulan en el cuerpo con el tiempo, debilitando el ADN y aumentando el riesgo, especialmente en personas con defensas bajas.
Pero no todo es alarma. Expertos como los del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) de EE.UU. advierten que, aunque los aflatoxins son un factor de riesgo, no actúan solos, el consumo excesivo de alcohol y las infecciones por hepatitis B o C amplifican el peligro. Además, la falta de regulación estricta en algunos mercados mexicanos plantea dudas sobre la magnitud real del problema. ¿Estamos ante una bomba de tiempo en nuestra dieta o se exagera el riesgo sin datos concluyentes a gran escala? Mientras las autoridades sanitarias evalúan estas evidencias, la recomendación es clara, almacenar bien los alimentos y estar atentos a su calidad. La ciencia sigue investigando, pero el mensaje es urgente: lo que comemos podría estar jugando con nuestra salud.