¿Fiscal carnal o guardián de la justicia? Ernestina Godoy toma las riendas de la FGR en un Senado polarizado
La exfiscal de la Ciudad de México fue ratificada este 3 de diciembre para un periodo de nueve años; la oposición sumó 19 votos en contra y denunció falta de autonomía
CDMX.- En un pleno del Senado que olía a inevitabilidad, Ernestina Godoy Ramos juró este 3 de diciembre de 2025 como nueva Fiscal General de la República. Con 97 votos a favor —todos de Morena y aliados—, 19 en contra de la oposición y 11 nulos, la exfiscal capitalina selló su ascenso en una ceremonia presidida por Laura Itzel Castillo Juárez, la morenista que encabeza la Mesa Directiva. La escena, capturada en videos que circularon como reguero de pólvora en redes, mostró a Godoy recibiendo su constancia con una sonrisa serena, mientras senadores opositores mascullaban críticas desde sus curules.
No es un nombramiento cualquiera. Godoy, de 67 años y con una carrera forjada en las sombras del poder político, llega pisando los zapatos de Alejandro Gertz Manero, el fiscal octogenario cuya renuncia la semana pasada dejó un vacío cargado de sospechas. Ella asumió interinamente desde entonces, y su ratificación no sorprendió a nadie: la terna de candidatas —todas mujeres, como exige la ley— parecía un trámite para blindar la continuidad del proyecto sheinbaumista. Pero el eco de la pregunta que le lanzó un reportero al salir del pleno resuena: “¿Será una fiscal carnal?”. Su respuesta, entre lacónica y desafiante: “Que vean mi trayectoria. Que vean mi trabajo”.
Veamos esa trayectoria, entonces. Abogada de la UNAM sin posgrados ni maestrías, Godoy saltó de militante perredista (2000-2012) a fundadora de Morena en 2014, un viraje que críticos llaman oportunismo puro. En la Ciudad de México, bajo el mandato de Claudia Sheinbaum —su actual presidenta—, fue procuradora (2018-2020) y luego fiscal hasta 2023. Ahí brilló en casos de alto perfil, como la extradición de “El Chapo” Guzmán o la lucha contra el huachicol, pero también acumuló sombras: acusaciones de usar la fiscalía para perseguir opositores, como en el caso de la exdiputada panista Isabel Miranda de Wallace, a quien se le imputaron fabricaciones para encubrir irregularidades en su fundación. O el presunto espionaje con Pegasus contra periodistas y activistas, que la oposición vincula directamente a su gestión. En el Senado, figuras como Miguel Ángel Mancera (exjefe de Gobierno y hoy senador MC) la tildaron de “fiscal de corcholatas”, aludiendo a su rol en la contienda interna de Morena.
El contexto no ayuda a disipar dudas. La Fiscalía General, nacida en 2018 para ser autónoma del Ejecutivo, ha sido un campo minado bajo Morena: Gertz, con sus 92 años y casos eternos como Ayotzinapa o el “culiacanazo”, encarnó la sumisión al Palacio Nacional. Godoy, con su historial de lealtad a Sheinbaum —fue su mano derecha en la CDMX—, hereda un expediente atestado de promesas incumplidas: deudas con víctimas de feminicidios, investigaciones estancadas por corrupción en Pemex y un huachicol rampante que ella misma jura combatir. En su primer mensaje, prometió “justicia por encima de la ley, nadie” —frase que suena a guiño sheinbaumista—, pero ¿quién fiscalizará al fiscal si el Senado, con supermayoría oficialista, ya dio su bendición?
La oposición, minoritaria pero vocal, vio en el voto un atraco a la autonomía institucional. PAN, PRI y MC sumaron sus rechazos, recordando cómo Godoy modificó su postura sobre la fiscalía especializada en delitos electorales hace ocho años, cuando era congresista y abogaba por su creación para blindar procesos. En X, el debate ardió: memes de “carnal tools” y hilos desenterrando sus polémicas. Pero más allá del ruido, la pregunta analítica persiste: ¿podrá Godoy romper el ciclo de politización, o será solo otro capítulo en la era de la “justicia a la carta”? Su primer gran test: los expedientes abiertos contra exfuncionarios del sexenio pasado. Si cierra filas en lugar de abrir archivos, el descrédito será irreversible. México, que clama por una FGR creíble, observa con escepticismo justificado.



