La guerra arancelaria de Trump: ¿Una catástrofe económica peor que 2008?
El panorama actual es “mucho peor” que la crisis financiera de hace 17 años
CDMX.- El 29 de abril de 2025, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) lanzó una advertencia alarmante: la guerra comercial desatada por los aranceles del presidente estadounidense Donald Trump podría sumir al mundo en una crisis económica más devastadora que la de 2008, con ecos de la Gran Depresión de 1929. José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la CEPAL, fue contundente: el panorama actual es “mucho peor” que la crisis financiera de hace 17 años, cuando América Latina se recuperó rápidamente gracias al auge de las materias primas y el crecimiento chino. Hoy, con el comercio global en contracción, la región enfrenta un precipicio.
El detonante son los aranceles “recíprocos” del 10% anunciados por Trump el 2 de abril, aplicados a la mayoría de los socios comerciales de EE.UU., incluida América Latina, con gravámenes más altos a acero, aluminio y automóviles. Apodado por Trump como el “Día de la Liberación”, el impacto ya se siente: Wall Street registró su peor jornada desde 2022, con caídas del 4.84% en el S&P 500 y casi 6% en el Nasdaq. La Organización Mundial del Comercio (OMC) prevé una contracción del 1% en el comercio global para 2025, mientras el puerto de Los Ángeles, el más activo de EE.UU., anticipa una caída del 35% en su actividad.
Para América Latina, el riesgo es existencial. La CEPAL recortó su proyección de crecimiento regional para 2025 en cuatro décimas, de 2.3% a 2%. Aunque parece un ajuste menor, Salazar-Xirinachs subrayó su impacto en 33 economías heterogéneas. Centroamérica y México, dependientes del comercio con EE.UU., enfrentan los mayores recortes, con proyecciones de crecimiento cayendo de 1.7% a 1%. México, que envía el 80% de sus exportaciones al norte, podría entrar en recesión si los aranceles escalan al 25%, con estimaciones de una contracción del PIB de hasta 4%. Argentina, Perú y Ecuador son excepciones con revisiones al alza, mientras Venezuela, México y Haití sufren los peores ajustes.
El contexto es clave. América Latina lleva atrapada en lo que Salazar-Xirinachs llama una “trampa de bajo crecimiento”. El periodo 2014-2024, bautizado como una “década perdida”, registró un crecimiento promedio de solo 0.9%, muy por debajo de Asia y hasta del 2% de la crisis de la deuda de los 80. La región padece una integración raquítica: solo el 15% de su comercio es intrarregional, frente a más del doble en Europa del Este y un tercio más en Asia Oriental. Esta fragmentación la deja expuesta a choques externos como los aranceles de Trump, que amenazan con asfixiar exportaciones, disparar la inflación y ahuyentar la inversión.
Sin embargo, hay un respiro temporal. La tregua comercial de 90 días de Trump, que concluye en julio, aplaza nuevos aranceles a la UE y Asia, dando a los gobiernos latinoamericanos una ventana para actuar. Salazar-Xirinachs insiste en políticas de desarrollo productivo agresivas y, sobre todo, en una mayor integración comercial regional. Pero el tiempo apremia, y la tregua podría ser solo un espejismo. Curiosamente, apunta indicios de replanteamiento en EE.UU., donde el rechazo crece: los consumidores enfrentan alzas de precios, y empresas como Temu y Shein planean subir costos para compensar los aranceles.
Un análisis crítico revela las grietas del plan de Trump. Aunque se vende como una defensa de la industria estadounidense, los aranceles podrían ser un bumerán. La presión inflacionaria podría forzar a la Reserva Federal a pausar recortes de tasas, endureciendo las condiciones financieras globales. En América Latina, economías frágiles como Argentina, cuyo riesgo país escaló a 1,000 puntos, enfrentan mayor inestabilidad. Incluso México, exento del arancel universal del 10%, no está a salvo, con su sector automotriz —que genera 182 mil millones de dólares anuales— vulnerable a gravámenes específicos.
El problema de fondo es estructural. La dependencia de América Latina del mercado estadounidense, junto a su incapacidad para diversificarse o integrarse, magnifica el golpe. La CEPAL aboga por la unidad regional, pero esto choca con realidades políticas: Mercosur y la Alianza del Pacífico han batallado por alinearse. Por su parte, Trump apuesta a que EE.UU. puede doblegar el comercio global sin dañarse, una jugada arriesgada cuando China representa el 17% del comercio mundial frente al 12% estadounidense.
En resumen, los aranceles de Trump son una bola de demolición que amenaza a América Latina con una crisis de proporciones históricas. Sin acciones rápidas y coordinadas, la región podría enfrentar otra década perdida, o algo peor. La pregunta no es solo cuán grave será, sino si América Latina podrá transformar esta crisis en una oportunidad para replantear su rol en un orden global fracturado.