La Propuesta de Trump sobre Autos Hechos en EE.UU.: ¿Una Amenaza para México o una Oportunidad Perdida?
La propuesta de Donald Trump de permitir deducciones fiscales por intereses en préstamos para autos fabricados en Estados Unidos ha generado un debate sobre su impacto en México.
EU.- La reciente propuesta de Donald Trump de permitir deducciones fiscales por intereses en préstamos para autos fabricados en Estados Unidos ha generado un debate sobre su impacto en México, un jugador clave en la industria automotriz norteamericana. Anunciada como parte de un paquete de reformas fiscales que incluye no gravar las propinas ni los beneficios de la Seguridad Social, Trump la calificó como un "cambio de juego" para la industria automotriz estadounidense. Sin embargo, para México, las implicaciones podrían ser más bien un desafío.
México es el séptimo productor de autos a nivel mundial y el cuarto exportador, con un 86.1% de sus exportaciones automotrices dirigidas a Estados Unidos y Canadá en 2016, según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA). La integración de las cadenas de suministro entre México, EE.UU. y Canadá, fortalecida por el T-MEC (antes NAFTA), hace que cualquier cambio en la política automotriz estadounidense tenga un impacto directo en la economía mexicana.
La deducción fiscal propuesta por Trump podría hacer que los autos hechos en EE.UU. sean más atractivos para los consumidores estadounidenses, reduciendo la demanda de vehículos mexicanos. Aunque México exporta principalmente autos ensamblados por marcas americanas (casi la mitad de sus exportaciones automotrices a EE.UU. son de marcas como Ford, GM y Chrysler), la preferencia por productos "100% americanos" podría desplazar parte de la producción mexicana, especialmente si los aranceles propuestos por Trump aumentan los costos de los autos importados. Según un análisis del Council on Foreign Relations de febrero de 2025, estos aranceles del 25% a los autos y partes de México podrían elevar significativamente los costos de producción, beneficiando indirectamente a los fabricantes de autos eléctricos chinos, al tiempo que perjudican a las armadoras mexicanas.
Además, el 75% de las partes de un auto deben provenir de Norteamérica para calificar bajo el T-MEC, lo que significa que cualquier interrupción en el flujo de partes entre México y EE.UU. podría generar cuellos de botella. La deducción fiscal, combinada con aranceles, podría incentivar a las armadoras a trasladar más producción a EE.UU., afectando el empleo y la inversión en México, donde la industria automotriz representa alrededor del 3% del PIB y el 18% del PIB manufacturero.
Sin embargo, no todo es negativo. México podría responder a este desafío reforzando su propia política industrial, promoviendo innovaciones tecnológicas y negociando con EE.UU. para mitigar el impacto de los aranceles. La incertidumbre, sin embargo, podría generar una disminución en la confianza de los inversionistas, afectando la llegada de capital extranjero, que en 2024 alcanzó los $36.1 mil millones, según el Banco de México.
En resumen, la propuesta de Trump podría ser un golpe para México, reduciendo su competitividad en el mercado estadounidense y afectando el empleo y la inversión. Sin embargo, también representa una oportunidad para que México reevalúe y fortalezca su posición en la industria automotriz global. La clave estará en cómo el gobierno mexicano navegue esta nueva realidad económica.