La tormenta perfecta: Sheinbaum, la ira de Poza Rica y la ausencia de respuestas
La Presidenta visitó Veracruz tres días después de las lluvias que dejaron decenas de muertos y miles afectados; la multitud exigió respuestas sobre desaparecidos y asistencia
Veracruz.- En un escenario que parecía sacado de una tragedia griega, Claudia Sheinbaum, la primera mujer en ocupar la Presidencia de México, fue recibida en Poza Rica, Veracruz, no con aplausos, sino con un torrente de reclamos y desesperación. Tres días después de que las lluvias torrenciales de la tormenta tropical Raymond devastaran la región, dejando a miles de familias sin hogar y sin esperanza, la mandataria finalmente llegó. Pero lo que encontró fue un pueblo en pie de guerra, no solo por las inundaciones, sino por la percepción de abandono.
El contexto es clave. Según informes verificados, la crecida del Río Cazones no solo arrasó con viviendas y vehículos, sino que dejó a unas 700 personas en refugios temporales. La Universidad Veracruzana, en un gesto de solidaridad, abrió centros de acopio, pero la ayuda gubernamental tardó en llegar. Sheinbaum, que había pasado el fin de semana tuiteando desde la comodidad de su escritorio, enfrentó en persona la realidad: un pueblo que no solo perdió sus pertenencias, sino también la fe en sus líderes.
La reacción de la Presidenta fue mixta. Por un lado, prometió que brigadas de Servidores de la Nación comenzarían a recorrer casa por casa a partir del lunes, asegurando que “no se va a ocultar nada”. Por otro, su tono autoritario y su risa nerviosa ante los gritos de la multitud solo avivaron las llamas de la indignación. ¿Qué esperaba? ¿Que el dolor se traduzca en silencio? La historia reciente, como las inundaciones de 1999 en Veracruz, donde el gobierno federal distribuyó miles de colchones y restauró infraestructuras en días, muestra que la respuesta inmediata es posible. Aquí, sin embargo, la percepción es de tardanza y desinterés.
El problema no es solo logístico, sino político. Sheinbaum, que heredó una maquinaria gubernamental diseñada por su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, parece estar pagando el precio de una estrategia que prioriza la narrativa sobre la acción. En un país donde las crisis naturales se han vuelto rutina, la ciudadanía exige más que palabras. Exige resultados. Y en Poza Rica, ese día, no los encontró.
La tormenta perfecta, entonces, no fue solo Raymond, sino la confluencia de una catástrofe natural con una crisis de liderazgo. Sheinbaum salió de Poza Rica con más preguntas que respuestas, y el pueblo, con más rabia que esperanza. La lección, si es que alguien la aprende, es clara: en tiempos de crisis, la presencia no basta. Se necesita empatía, eficiencia y, sobre todo, verdad.