León XIV desafía a Trump: "No a la invasión en Venezuela, sí al diálogo que salve al pueblo"
El Papa rechazó cualquier intervención militar estadounidense en Venezuela y llamó a Donald Trump a negociar para aliviar el sufrimiento del pueblo
Beirut.- En el vuelo de regreso desde Beirut a Roma, concluyendo su primer viaje apostólico a Turquía y Líbano —donde congregó a 150.000 fieles en una misa multitudinaria en el Paseo Marítimo libanés el 2 de diciembre—, el Papa León XIV lanzó un mensaje contundente contra la escalada de tensiones entre Washington y Caracas. Ante periodistas a bordo del avión papal, el pontífice rechazó de plano cualquier “incursión estadounidense” en Venezuela, recordando que “la violencia no es la solución” y que el sufrimiento recae siempre en el pueblo, no en las élites políticas. Este pronunciamiento llega en medio de la designación por parte de Donald Trump del “Cártel de los Soles” —red de narcotráfico ligada al chavismo— como organización terrorista, avivando temores de intervencionismo militar en un país ya asfixiado por sanciones y una crisis humanitaria que ha forzado la migración de más de 7,7 millones de venezolanos desde 2014, según datos de la ONU.
León XIV no se limitó a la geopolítica: abogó por “presión económica” como herramienta, pero siempre enmarcada en el diálogo para “calmar la situación” y priorizar el bienestar popular, invitando explícitamente a Trump a esa mesa de negociación. Críticamente, esta postura evoca la tradición franciscana de mediación en conflictos latinoamericanos, pero choca con la retórica proteccionista de un Trump reelegido que ve en Maduro una amenaza directa. ¿Basta con palabras vaticanas en un mundo donde las sanciones han profundizado la pobreza —con un 96% de hogares venezolanos en inseguridad alimentaria — sin erosionar el poder del régimen? El Papa parece apostar por la moral sobre la fuerza, un riesgo en tiempos de política real.
Finalmente, en un guiño a su legado migratorio, León XIV urgió a Occidente a tener “menos miedo” de los inmigrantes, recordando que el éxodo venezolano —el mayor del hemisferio— no es una invasión, sino un grito de auxilio ante el colapso estatal. Su llamado, desde los 12.000 metros de altura, resuena como un contrapunto ético a las fronteras blindadas, pero ignora el burnout europeo y estadounidense: ¿puede el Vaticano liderar la acogida si ni siquiera sus aliados la practican? En esta era post-pandemia y pre-conflicto, el mensaje papal ilumina, pero no resuelve la brecha entre fe y frontera.



