Marco Rubio tras el doble asesinato de funcionarios de Brugada en CDMX: "La violencia política allí es real, hay partes de México gobernadas por los cárteles"
La palabras de Rubio, pronunciadas en el marco de una discusión sobre política exterior, refuerzan la narrativa de que los cárteles ejercen un control significativo en ciertas regiones del país.
CDMX.– El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, puso el dedo en la llaga sobre la violencia política en México al referirse al brutal asesinato de los dos colaboradores de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, ocurrido el pasado martes en la Calzada de Tlalpan. Durante una audiencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Rubio no solo calificó la violencia política como “real”, sino que afirmó que “hay partes de México gobernadas por los cárteles”, una declaración que resuena como un eco de las posturas más duras de la administración de Donald Trump hacia su vecino del sur.
En su intervención, Rubio fue contundente: “La violencia política allí es real. Tienen un interés particular y el deseo de perseguir a estos cárteles, y queremos ayudarlos a equiparlos y brindarles información”. Sus palabras, pronunciadas en el marco de una discusión sobre política exterior, no solo reflejan una preocupación por la escalada de violencia en México, sino que también refuerzan la narrativa de que los cárteles ejercen un control significativo en ciertas regiones del país. Esta afirmación, aunque basada en el trágico evento en la capital, puede interpretarse como una generalización que simplifica la compleja dinámica de la inseguridad en México, donde los factores políticos, económicos y sociales se entrelazan con el poder criminal.
El ataque, que dejó sin vida a Ximena Guzmán Cuevas, secretaria particular de Brugada, y a José Muñoz Vega, coordinador de asesores, ocurrió en plena luz del día en una de las arterias más transitadas de la capital. Los hechos, registrados por cámaras de seguridad, muestran a un sicario disparando con precisión contra el vehículo en el que viajaban las víctimas antes de huir. Este acto no solo ha sacudido a la administración de Brugada, sino que ha proyectado una sombra sobre la percepción de seguridad en la Ciudad de México, un bastión que hasta ahora se consideraba menos permeable a la violencia del crimen organizado.
El secretario de Estado también destacó la cooperación con el gobierno mexicano, asegurando que las autoridades del país están “cooperando más que nunca” en la captura y extradición de criminales buscados por Estados Unidos. En este contexto, Rubio anunció que viajará a México “en las próximas semanas” junto con otros miembros del gabinete de Trump para fortalecer los lazos en materia de seguridad. Esta será su primera visita oficial al país como líder de la diplomacia estadounidense, y señaló que la relación con el gobierno de Claudia Sheinbaum ha sido “bastante positiva” y que México ha sido “muy receptivo” a las preocupaciones de seguridad planteadas por Washington.
Rubio también abrió la puerta a discutir temas migratorios, aunque dejó claro que las prioridades de Estados Unidos en esta relación bilateral se centran en el comercio y la seguridad. “Queremos ayudar a detener el flujo de armas que esencialmente arman a los cárteles que operan en México y que amenazan al Estado”, afirmó, subrayando la corresponsabilidad de su país en el problema de la violencia transnacional.
Un contexto de alarma en la capital mexicana
El asesinato de Guzmán y Muñoz ha generado un profundo impacto en la Ciudad de México. Clara Brugada, visiblemente consternada, describió a las víctimas como figuras clave de su equipo y del movimiento de la Cuarta Transformación. En una conferencia de prensa, aseguró que su gobierno no cederá ante la violencia: “Este gobierno continuará con su lucha implacable contra la inseguridad y con el compromiso de seguir trabajando intensamente para continuar con la transformación de esta gran ciudad”. La presidenta Sheinbaum, por su parte, expresó su solidaridad y prometió apoyo federal para esclarecer los hechos, destacando la trayectoria de las víctimas dentro del movimiento que encabeza.
Sin embargo, el ataque plantea preguntas incómodas. ¿Fue un mensaje directo al corazón del gobierno capitalino? ¿Una advertencia a Brugada, quien en el pasado enfrentó amenazas del Cártel Unión Tepito? ¿O un intento de desestabilizar la percepción de seguridad en una ciudad que, hasta ahora, se consideraba un relativo oasis frente a la violencia que azota otras regiones del país? La ejecución, ocurrida en un lugar público y a plena luz del día, sugiere un nivel de audacia que desafía las estrategias de seguridad actuales.
Análisis
La declaración de Rubio, aunque anclada en un hecho concreto, no está exenta de matices políticos. Al afirmar que “hay partes de México gobernadas por los cárteles”, el secretario de Estado refuerza una narrativa que puede servir para justificar una postura más intervencionista de Estados Unidos en la región. Esta visión, sin embargo, pasa por alto la corresponsabilidad de su país en el tráfico de armas y el consumo de drogas, que alimentan el poder de los cárteles. Además, su comentario llega en un momento en que el gobierno mexicano defiende avances en materia de seguridad, lo que podría generar tensiones diplomáticas.
En el ámbito local, el asesinato de los colaboradores de Brugada expone las fisuras en la estrategia de seguridad de la Ciudad de México. Si bien la capital ha registrado una disminución en ciertos indicadores de violencia, este ataque demuestra que el crimen organizado puede golpear en el corazón del poder político con una precisión alarmante. La respuesta de las autoridades, tanto en la investigación como en la implementación de medidas preventivas, será crucial para determinar si este crimen queda como un episodio aislado o marca un punto de inflexión en la lucha contra la inseguridad.
La visita anunciada por Rubio podría ser una oportunidad para fortalecer la cooperación bilateral, pero también un desafío para el gobierno de Sheinbaum, que deberá demostrar que México no solo es receptivo a las preocupaciones de Estados Unidos, sino capaz de enfrentar la violencia interna con eficacia.