México en camino a las 40 horas laborales: ¿Un paso hacia la justicia social o un desafío económico?
La propuesta implica una transición progresiva, con foros de diálogo programados del 2 de junio al 7 de julio de 2025
CDMX.- En un anuncio que resonó durante la conmemoración del Día del Trabajo el 1 de mayo de 2025, el secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS), Marath Bolaños, confirmó que México iniciará la implementación gradual de la semana laboral de 40 horas, con la meta de consolidarla para enero de 2030. La medida, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum como parte de sus 100 compromisos de gobierno, busca reducir las actuales 48 horas semanales, una de las jornadas más largas de América Latina, para garantizar dos días de descanso obligatorio por semana. Sin embargo, el proceso no está exento de retos y críticas, en un país donde la productividad, los costos empresariales y el bienestar laboral chocan en un delicado equilibrio.
El anuncio, realizado en Palacio Nacional junto a líderes sindicales, responde a una demanda histórica de los trabajadores mexicanos, quienes, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), enfrentan jornadas que superan los estándares de economías desarrolladas. La propuesta implica una transición progresiva, con foros de diálogo programados del 2 de junio al 7 de julio de 2025, donde participarán trabajadores, empresarios, académicos y otros sectores. El objetivo es construir un modelo “justo y eficaz” que, según Bolaños, no comprometa la productividad ni el valor económico, sino que “dignifique la existencia” de los trabajadores al devolverles ocho horas semanales para su vida personal.
El contexto es clave: México es uno de los países con mayores horas trabajadas en la región, pero no necesariamente con alta productividad. Según datos de la OCDE, los mexicanos trabajan en promedio 2,128 horas al año, frente a 1,726 en países como Alemania. A pesar de ello, el PIB per cápita mexicano es significativamente menor, lo que sugiere que trabajar más no siempre se traduce en mayor desarrollo económico. La reforma, que busca alinearse con recomendaciones de la OIT (Recomendación 116 de 1962), sigue ejemplos regionales como Chile, que en 2023 redujo su jornada de 45 a 40 horas, y Colombia, que planea llegar a 42 horas para 2026.
Sin embargo, el camino hacia las 40 horas enfrenta obstáculos. Empresarios han expresado preocupación por el aumento de costos laborales, especialmente para las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), que generan la mayoría del empleo en México. La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) ha advertido que una implementación abrupta podría elevar los costos operativos en un 20%, afectando la competitividad y llevando a recortes de personal o al pago de horas extras al doble, según la Ley Federal del Trabajo. Por ello, la gradualidad propuesta por Sheinbaum, que incluye mesas de trabajo sectoriales, es vista como un intento de mitigar estas tensiones.
Críticos también señalan la falta de claridad en la implementación. Expertos como Nadia González Elizondo, abogada laboral, han enfatizado la necesidad de definir cómo se aplicará la reforma a jornadas diurnas, nocturnas y mixtas, y de establecer incentivos fiscales para las mipymes. Además, la reforma ha enfrentado retrasos legislativos: aunque la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobó un dictamen en abril de 2023 para reformar el Artículo 123 constitucional, la discusión se estancó tras la intervención del expresidente López Obrador, quien recomendó más consultas. La iniciativa, impulsada originalmente por la diputada Susana Prieto, sigue en el limbo, con nuevas propuestas que incluyen programas piloto y plazos de transición.
Por otro lado, los defensores de la reforma, como el movimiento #YoPorLas40Horas, argumentan que reducir la jornada no solo mejorará la calidad de vida, sino que puede aumentar la productividad y reducir el agotamiento laboral. Estudios de la OIT y la OMS estiman que las jornadas extensas contribuyen a 1.9 millones de muertes anuales por enfermedades relacionadas con el trabajo. En México, el 27% de los trabajadores labora más de 48 horas semanales, según el INEGI (2022), lo que eleva los riesgos de salud y el estrés.
La pregunta no es si México avanzará hacia las 40 horas, sino cómo y a qué costo. Mientras Sheinbaum insiste en un consenso con empleadores, el éxito de la reforma dependerá de su capacidad para equilibrar las demandas de justicia social con las realidades económicas. Los foros de 2025 serán cruciales para definir si esta medida se convierte en un hito laboral o en una promesa incumplida.