México en la cuerda floja: ¿Recesión técnica o desaceleración pasajera?
El gobierno mexicano, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, ha rechazado los pronósticos de recesión
CDMX.- La economía mexicana enfrenta un panorama sombrío, según un reciente análisis de Citi México que ha encendido las alarmas: el país habría entrado en una recesión técnica tras registrar dos trimestres consecutivos de contracción en el Producto Interno Bruto (PIB). Con una caída del 0.5% en el cuarto trimestre de 2024 y un retroceso del 0.4% en el primer trimestre de 2025, los datos preliminares del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) respaldan esta advertencia. Sin embargo, el pronóstico no es del todo catastrófico, y el contexto invita a un análisis más profundo sobre las causas, las implicaciones y las posibles salidas a esta encrucijada económica.
Un diagnóstico preocupante, pero no definitivo
Julio Ruiz, economista en jefe de Citi México, explicó en conferencia de prensa que la definición de recesión técnica —dos trimestres consecutivos con caídas del PIB— se cumple con las cifras recientes. No obstante, matizó que no espera un cierre de año completamente negativo, proyectando un crecimiento marginal del 0.2% para 2025. Este pronóstico, aunque modesto, contrasta con las perspectivas más pesimistas de otras instituciones, como la OCDE, que en un escenario adverso estima una contracción del 1.3% del PIB, o Fitch Ratings, que anticipa un crecimiento nulo para este año.
La recesión técnica no debe confundirse con una crisis económica generalizada. Una recesión técnica se limita a la caída del PIB en dos trimestres consecutivos, mientras que una crisis implica un deterioro más amplio, con impactos severos en empleo, consumo y estabilidad financiera. México no está en ese punto, pero la fragilidad actual exige atención.
Los culpables detrás de la desaceleración
El diagnóstico de Citi apunta a varios factores que han frenado la economía mexicana. El principal es la incertidumbre derivada de la política comercial de Estados Unidos, especialmente tras la llegada de Donald Trump a la presidencia y su amenaza de imponer aranceles del 25% a las importaciones mexicanas. Aunque los productos cubiertos por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) quedaron exentos, los bienes no amparados enfrentan un arancel del 12%, con proyecciones de que podría subir al 15% en abril de 2025 antes de moderarse al 10% en 2026. Esta incertidumbre ha provocado una pausa en las decisiones de inversión, con una caída estimada del 0.8% en este rubro para 2025.
A nivel interno, el cambio de gobierno en México ha añadido presión. Como señala Alejandro Werner, exdirector del FMI, cada transición sexenal suele restar hasta dos puntos porcentuales al crecimiento del PIB debido a la reestructuración de programas públicos y la contracción del gasto. En 2024, el déficit fiscal alcanzó el 6% del PIB, y aunque se planea reducirlo al 3.9% en 2025, la consolidación fiscal podría limitar la capacidad del gobierno para estimular la economía. Además, las reformas constitucionales, como la del Poder Judicial, han generado inquietud entre los inversionistas, exacerbando la percepción de riesgo.
Factores externos también juegan un papel crucial. La economía mexicana, altamente dependiente de las exportaciones a Estados Unidos (que representan el 83% del total), es vulnerable a la desaceleración de su vecino del norte. Asimismo, fenómenos climáticos han afectado la producción agrícola, mientras que la debilidad del sector industrial persiste, según Fitch Ratings.
Voces discordantes y un gobierno optimista
No todos los analistas comparten el pesimismo de Citi. Por ejemplo, Antonio Cervera, de Banco Santander, sostiene que México enfrentará un crecimiento bajo en 2025, pero no una recesión plena, y anticipa una recuperación en los años siguientes gracias al fortalecimiento del T-MEC. Asimismo, el gobierno mexicano, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, ha rechazado los pronósticos de recesión. En marzo, Sheinbaum calificó como poco útiles las proyecciones de organismos como la OCDE, argumentando que México está preparado para enfrentar los retos comerciales con Estados Unidos. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha enfatizado el respaldo a las empresas mexicanas y la implementación del Plan México, que busca impulsar a las pymes y reducir la dependencia de importaciones.
Sin embargo, estas posturas optimistas chocan con las advertencias de calificadoras como Fitch, Moody’s y S&P, que han señalado el riesgo de una recesión si no se desactivan las amenazas arancelarias. Incluso el Banco de México (Banxico) ha ajustado a la baja su pronóstico de crecimiento para 2025, incorporando el impacto de la menor inversión privada y el bajo dinamismo del consumo.
¿Qué sigue para México?
El panorama no es alentador, pero tampoco irreversible. La renegociación del T-MEC, programada para 2026, podría ser clave para disipar la incertidumbre comercial, y Citi sugiere que adelantarla sería una medida prudente. Además, Banxico ha comenzado a recortar su tasa de interés, que pasó de 10% a 9.5% en febrero de 2025, con proyecciones de alcanzar el 8% a fin de año. Estos recortes buscan estimular la economía, aunque el riesgo de una depreciación del peso —impulsada por los aranceles— podría complicar el control de la inflación.
Por otro lado, la menor recaudación tributaria derivada de una recesión técnica podría dificultar la reducción del déficit fiscal, aumentando el riesgo de perder el grado de inversión, como advierte Werner. Esto sería un golpe duro para la confianza de los mercados y la capacidad de México para financiar sus obligaciones.
Una llamada a la acción
México está en una encrucijada. La recesión técnica es una señal de alerta, pero no una sentencia definitiva. La respuesta del gobierno, la evolución de las negociaciones comerciales con Estados Unidos y la capacidad de los sectores productivos para adaptarse serán determinantes. Mientras tanto, la ciudadanía y los inversionistas observan con cautela, conscientes de que el margen de maniobra es estrecho. Como dijo Marcos Ramírez, director de Citi México, “hay muchas piezas en movimiento”. La pregunta es si México logrará alinearlas antes de que el tablero económico se complique aún más.