México y América Latina: La inflación persiste como un desafío en 2025
El crecimiento del PIB en América Latina se desacelerará a 2% en 2025, según el FMI, con México enfrentando una contracción de -0,3%.
CDMX.- La inflación en México y América Latina sigue siendo un tema candente en 2025, con realidades contrastantes y retos estructurales que no se resuelven con titulares optimistas. En México, la inflación anual cerró 2024 en 4,72%, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), pero cayó a 3,59% en enero de 2025, el nivel más bajo desde 2021, dentro del rango meta del Banco de México (Banxico) de 3% ± 1%. Sin embargo, la inflación subyacente, que excluye alimentos y energía volátiles, se mantiene en 3,66%, mostrando presiones persistentes en servicios y bienes básicos. Productos como chiles serranos (+64,4%) y tomates (+13,6%) dispararon los precios agrícolas en abril, mientras que la caída en frutas y verduras (-7,73%) ayudó a moderar la inflación no subyacente en enero. Banxico, liderado por Victoria Rodríguez Ceja, ha reducido la tasa de interés a 9,5% en febrero, pero la cautela prevalece ante riesgos como la depreciación del peso y las políticas comerciales de EE.UU. bajo Trump, que podrían encarecer importaciones.
En América Latina, el panorama es heterogéneo. Según el FMI, la inflación regional proyectada para 2025 es de 4,1%, pero países como Argentina y Venezuela enfrentan realidades extremas. Argentina, tras un 2024 con inflación cercana al 200%, espera una baja drástica a 60% en 2025, gracias a medidas de ajuste fiscal de Javier Milei, aunque a costa de una recesión. Venezuela, con una inflación estimada en 70% para 2025, sigue atrapada en su crisis estructural. Brasil y Colombia, con tasas de 4,5% y 5,2% respectivamente, reflejan una moderación, pero la volatilidad de precios agrícolas y la dependencia de exportaciones de materias primas mantienen la incertidumbre. Panamá destaca con la inflación más baja, proyectada en 1,8%.
El contexto regional no es alentador. El crecimiento del PIB en América Latina se desacelerará a 2% en 2025, según el FMI, con México enfrentando una contracción de -0,3% debido a la sequía, la caída de la confianza inversionista y las tensiones comerciales con EE.UU.. La fortaleza del peso mexicano, que se apreció 18% frente al dólar en dos años, encarece exportaciones y frena el turismo, mientras que el nearshoring ofrece oportunidades limitadas frente a problemas estructurales como la baja productividad y la inseguridad (México registra 28 homicidios por cada 100.000 habitantes, frente al promedio regional de 20).
La percepción ciudadana agrava el cuadro. En México, el 65% de los consumidores, especialmente mayores de 55 años, perciben un alza constante en alimentos, según Statista, lo que erosiona el poder adquisitivo pese a los datos oficiales. En la región, la desigualdad y la falta de espacio fiscal limitan la capacidad de los gobiernos para mitigar el impacto.
En resumen, aunque México y algunos países latinoamericanos muestran avances en controlar la inflación, los riesgos externos (como tarifas de EE.UU.) y domésticos (volatilidad agrícola, presiones salariales) mantienen la presión. La narrativa de estabilidad es frágil, y las políticas monetarias, aunque necesarias, no abordan problemas de fondo como la productividad y la inseguridad. La región necesita más que tasas de interés para navegar esta tormenta.