México y Venezuela, en el sótano económico de América Latina para 2025: ¿Qué está fallando?
La OCDE y el FMI ya habían anticipado un panorama complicado, pero la Cepal, aunque no prevé una recesión, subraya una desaceleración preocupante
CDMX.- La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha encendido las alarmas al colocar a México y Venezuela como los países con el peor desempeño económico proyectado para 2025 en la región. Según su informe más reciente, México apenas crecerá un 0.3%, mientras que Venezuela enfrentará una contracción del -0.5%, cifras que contrastan con el promedio regional de 2.4%. Estos números no solo reflejan un panorama sombrío, sino que invitan a un análisis crítico sobre las políticas, contextos y desafíos que han llevado a estas dos naciones a ocupar los últimos lugares en la tabla de crecimiento. ¿Qué factores explican este estancamiento? ¿Es solo una cuestión de coyuntura o hay problemas estructurales de fondo?
México: Un crecimiento raquítico en un contexto de incertidumbre
La proyección de la Cepal para México es un balde de agua fría: un crecimiento de apenas 0.3% en 2025, una caída drástica respecto a su estimación previa de 1.2% en diciembre de 2024. Este ajuste coloca a México como el cuarto país con menor crecimiento en la región, solo por encima de Venezuela, Cuba (-0.1%) y Haití (-0.5%). Organismos como la OCDE (-1.3%) y el FMI (-0.3%) ya habían anticipado un panorama complicado, pero la Cepal, aunque no prevé una recesión, subraya una desaceleración preocupante. ¿Qué está detrás de este desempeño?
Por un lado, la economía mexicana enfrenta un entorno externo adverso. La desaceleración de Estados Unidos, su principal socio comercial, limita las exportaciones y la llegada de inversiones. A esto se suma la incertidumbre generada por la política arancelaria estadounidense, que amenaza con imponer gravámenes a las importaciones mexicanas, lo que podría encarecer los costos laborales y avivar la inflación. La Cepal destaca que la volatilidad en los mercados financieros globales y las altas tasas de interés en economías desarrolladas elevan los costos de financiamiento, restringiendo el margen de maniobra fiscal de México.
Internamente, las señales no son más alentadoras. El sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) registró un crecimiento promedio anual de solo 0.9%, el más bajo en 36 años, comparable al 0.3% anual del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988). La economía cerró 2024 con una contracción del -0.6% en el último trimestre, según el Inegi, y los analistas anticipan un comportamiento similar en el primer trimestre de 2025. La inversión pública, aunque promovida como un pilar del gobierno de Claudia Sheinbaum, no ha logrado compensar la caída en la inversión privada, afectada por la desconfianza empresarial y la falta de claridad en políticas económicas.
La Secretaría de Hacienda, optimista, proyecta un crecimiento de entre 1.5% y 2.3%, mientras que el Banco de México estima un rango de -0.2% a 1.4%. Sin embargo, estas cifras contrastan con las proyecciones más conservadoras de organismos internacionales y analistas privados, quienes, según un sondeo del Banco de México, calculan un crecimiento promedio de 1.17% para 2025, con estimaciones que van desde un pesimista 0.2% hasta un máximo de 2.2%. La presidenta Sheinbaum ha rechazado las proyecciones del FMI, argumentando que los modelos de Hacienda son más precisos, pero la brecha entre el discurso oficial y las cifras externas genera dudas sobre la capacidad del gobierno para revertir la tendencia.
Un punto crítico es la dependencia del consumo privado como motor de crecimiento, en lugar de la inversión productiva. La Cepal señala que América Latina está atrapada en una “trampa de baja capacidad para crecer”, y México no es la excepción. La falta de políticas que impulsen la productividad, la innovación y la diversificación económica, sumada a la elevada informalidad y las brechas de género en el mercado laboral, limitan el potencial de expansión. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) estima que incorporar más mujeres al mercado laboral podría añadir 6.9 billones de pesos al PIB, una oportunidad que el país no está aprovechando.
Venezuela: Un respiro frágil que no alcanza
Venezuela, por su parte, enfrenta un panorama aún más sombrío con una contracción proyectada del -0.5% para 2025, según la Cepal. Aunque el organismo había estimado un crecimiento de 6.2% para 2024, impulsado por la recuperación del sector petrolero y una menor presión inflacionaria, las perspectivas para 2025 reflejan la fragilidad de esta mejora. La economía venezolana, devastada por años de hiperinflación, sanciones internacionales y una crisis política crónica, no logra consolidar un crecimiento sostenido.
El contexto venezolano es particularmente complejo. A pesar de un repunte en 2024, la economía sigue lastrada por la dependencia del petróleo, cuya producción, aunque ha aumentado, está lejos de los niveles históricos. Las sanciones de Estados Unidos, aunque parcialmente aliviadas, continúan restringiendo el acceso a mercados y financiamiento. Además, la incertidumbre política, con elecciones cuestionadas y una oposición fragmentada, desalienta la inversión extranjera y perpetúa la inestabilidad.
La Cepal subraya que el crecimiento regional depende en gran medida del consumo privado, pero en Venezuela este factor es débil debido a la pérdida de poder adquisitivo y la emigración masiva de población activa. La inflación, aunque reducida desde los picos de 2018-2019, sigue siendo un desafío, y la proyección de -0.5% para 2025 sugiere que los avances [continúa en la siguiente página] factores estructurales, como la falta de diversificación económica y la inestabilidad política, impiden que el país aproveche su potencial.
Una región en la encrucijada
El informe de la Cepal no solo señala a México y Venezuela, sino que pinta un cuadro preocupante para toda América Latina. La región crecerá un 2.4% en 2025, un ligero repunte desde el 2.2% de 2024, pero insuficiente para revertir una década de estancamiento, con un crecimiento promedio anual de solo 1% entre 2015 y 2024. Países como Guyana (13.6%), Antigua y Barbuda (5.8%) y República Dominicana (4.6%) lideran las proyecciones, mientras que Haití (-0.5%) y Cuba (-0.1%) acompañan a Venezuela y México en la parte baja de la tabla.
La Cepal identifica varios obstáculos: un entorno internacional marcado por el bajo crecimiento del comercio global, altas tasas de interés en economías desarrolladas y tensiones geopolíticas. A esto se suman desafíos internos, como la baja inversión pública y privada, la elevada deuda pública (63.3% del PIB en 2024, según el Banco Mundial) y una inflación que, aunque en descenso (3.4% en 2024), sigue por encima de los niveles prepandemia. La región, según el organismo, necesita políticas de “nueva generación” que promuevan la sostenibilidad, la digitalización y la innovación, pero la implementación de estas medidas enfrenta resistencias políticas y limitaciones fiscales.
¿Hacia dónde van México y Venezuela?
El diagnóstico de la Cepal es claro: México y Venezuela están atrapados en una dinámica de bajo crecimiento que no se resolverá con medidas coyunturales. En México, la retórica oficial choca con la realidad de una economía que no logra despegar, lastrada por la incertidumbre externa y la falta de reformas estructurales. En Venezuela, la aparente recuperación de 2024 parece más un espejismo que un cambio sostenido, con una economía vulnerable a shocks externos y a la inestabilidad interna.
Para ambos países, el camino hacia adelante requiere abordar problemas de fondo: en México, impulsar la inversión, reducir la informalidad y fomentar la inclusión de grupos marginados; en Venezuela, diversificar la economía y estabilizar el entorno político. Sin embargo, las perspectivas no son optimistas. La Cepal advierte que, sin cambios significativos, América Latina seguirá en una “trampa de baja capacidad para crecer”, y México y Venezuela seguirán ocupando los últimos lugares de la región.