Milagro felino en las ruinas: La gata Mia desafía la muerte nueve días después del misil ruso
La mascota de ocho años fue hallada este martes por bomberos ucranianos en un edificio destruido el 24 de noviembre por misiles rusos; otra gata, Milka, también sobrevivió
Ucrania.- En las profundidades de un edificio residencial destrozado en Ternópol, Ucrania, un equipo de rescatistas del Servicio Estatal de Emergencias se topó con lo imposible: la gata Mia, de ocho años, emergiendo viva de entre los escombros nueve días tras un brutal ataque con misiles rusos. El video que circula en redes muestra el momento crudo y emotivo: linternas perforando la oscuridad, manos enguantadas extrayendo al animal grisáceo, con una pata herida y el pelaje chamuscado, para entregárselo a su dueña, quien lo acuna entre lágrimas y besos, mientras el polvo aún flota en el aire. Mia, aterrorizada y famélica, maulló débilmente al ser rescatada, un recordatorio de que la vida persiste incluso en el caos de la guerra.
El bombardeo ocurrió el 24 de noviembre de 2025, cuando misiles rusos impactaron directamente en zonas civiles de Ternópol, una ciudad occidental que ha sufrido al menos tres ataques similares este año, dejando decenas de heridos y daños masivos en infraestructuras. En esta ocasión, los esfuerzos de remoción de escombros —que duraron más de una semana— no solo salvaron a Mia, sino también a otra gata llamada Milka, encontrada en el primer piso, subrayando la dedicación de los equipos ucranianos pese a las interrupciones por apagones y alertas constantes. Estas historias, viralizadas en plataformas como X, contrastan con el saldo humano: al menos dos muertos y varios desaparecidos en ese impacto.
Más allá del alivio efímero, el rescate de Mia expone la crudeza de un conflicto que arrasa con lo inocente, desde niños hasta mascotas, en una invasión que cumple tres años sin visos de tregua. En medio de la propaganda y las cifras frías —más de 10.000 ataques a civiles documentados por la ONU—, estos “pequeños milagros” no mitigan el horror, pero avivan la resiliencia ucraniana y cuestionan el costo ético de una guerra que devora vidas ajenas. Ojalá Mia ronronee en paz, pero el eco de las sirenas persiste.



