Miles marchan en CDMX por el Día Mundial de la Marihuana; exigen acceso libre y universal de la cannabis
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró inconstitucional la prohibición del uso lúdico del cannabis, un hito que colocó a México en la vanguardia de América Latina.
CDMX.— La capital mexicana fue escenario de la marcha 4/20, una movilización que conmemora el Día Mundial de la Marihuana y que reunió a miles de activistas, usuarios y defensores del cannabis en una exigencia clara: acceso libre, universal y justo a la planta, tanto para fines recreativos como medicinales e industriales. La marcha, que partió del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo, no solo fue una celebración de la cultura cannábica, sino un recordatorio crítico de los pendientes legislativos y sociales que persisten en México, un país que avanza a cuentagotas en la legalización pese a fallos judiciales históricos.
Un contexto de avances y estancamiento
En 2021, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró inconstitucional la prohibición del uso lúdico del cannabis, un hito que colocó a México en la vanguardia de América Latina junto a Uruguay y Canadá. Sin embargo, cuatro años después, el Congreso no ha logrado aprobar una ley integral que regule el cultivo, la comercialización y el consumo. La despenalización parcial ha dejado a los usuarios en un limbo legal: aunque el autocultivo y el consumo personal son técnicamente legales, la falta de regulación clara perpetúa detenciones arbitrarias y un mercado negro que beneficia a cárteles en lugar de comunidades campesinas o emprendedores legales.
La marcha 4/20, organizada por colectivos como el Movimiento Cannábico Mexicano, puso el dedo en la llaga. Los manifestantes no solo exigieron la legalización total, sino también la liberación de personas encarceladas por posesión de marihuana —cifras oficiales indican que hasta 2023, más de 5,000 personas seguían presas por delitos menores relacionados con el cannabis—. Además, demandaron una regulación con enfoque de justicia social que priorice a comunidades indígenas y campesinas, históricamente marginadas, pero cuya relación con la planta precede a las políticas prohibicionistas impuestas en el siglo XX.
Voces de la marcha: más allá del estigma
Con pancartas que rezaban “Planta, no cárcel” y banderas arcoíris que fusionaban la lucha cannábica con la diversidad, los asistentes desafiaron el estigma que aún pesa sobre el cannabis en México. Entre los participantes había pacientes que dependen de la marihuana para tratar enfermedades como epilepsia o dolor crónico, cultivadores que buscan formalizar su labor y jóvenes que ven en la legalización una oportunidad económica. “No queremos ser criminales por usar una planta que cura y que puede generar empleos”, fue el comentario generalizado de los activistas que participaron en la marcha.
El evento, que transcurrió pacíficamente con un saldo blanco según la Secretaría de Seguridad Ciudadana, también destacó por su tono festivo. Bandas de reggae y hip-hop amenizaron el recorrido, mientras el olor a marihuana flotaba sin reparo en el aire. Sin embargo, detrás de la celebración había un reclamo profundo: el gobierno de México, bajo la administración de Morena, ha incumplido promesas de avanzar en una regulación progresista. La lentitud legislativa contrasta con el crecimiento de la industria cannábica global, que en países como Estados Unidos genera miles de millones de dólares anuales.
Una regulación incompleta y sus consecuencias
Los activistas criticaron la falta de políticas que permitan el autocultivo sin restricciones burocráticas y que combatan el mercado ilegal, que según estimaciones de la ONU, mueve hasta 2,000 millones de dólares al año en México. La regulación actual, centrada en permisos restrictivos de la Cofepris, beneficia principalmente a grandes empresas extranjeras, dejando de lado a pequeños productores. Además, la ausencia de campañas educativas perpetúa prejuicios y limita el acceso a información sobre los usos medicinales del cannabis, un punto que los manifestantes subrayaron como urgente.
La marcha 4/20 no solo fue un llamado a la acción, sino una advertencia: sin una legislación clara, México podría perder una oportunidad histórica de liderar en la región y reparar décadas de daños causados por la guerra contra las drogas. Mientras el Zócalo se llenaba de consignas como “¡Cultivar no es delito!”, quedaba claro que la lucha cannábica es también una lucha por derechos humanos, equidad y soberanía.