"Mucho por hacer", le dice la secretaria de Seguridad de EU, Kristi Noem a Claudia Sheinbaum, tras reunión en Palacio Nacional
Reconoció el despliegue de la Guardia Nacional mexicana como un “paso positivo”, aunque la colaboración sigue bajo escrutinio. La frontera, entre promesas y tensiones, sigue sin respuestas definitivas
CDMX.- La secretaria de Seguridad de Estados Unidos, Kristi Noem, pisó el suelo de Palacio Nacional en Ciudad de México con la pompa de quien llega a resolver los problemas del mundo. Se reunió con la presidenta Claudia Sheinbaum y el gabinete de seguridad mexicano para hablar de lo de siempre: migración y drogas, esos dos fantasmas que persiguen a la frontera como sombras imposibles de atrapar. Pero detrás de las fotos oficiales y las sonrisas diplomáticas, Noem dejó caer una frase que suena a verdad incómoda: “Aún falta mucho por hacer”. Y vaya que sí.
La secretaria no escatimó en halagos tibios. Reconoció el despliegue de la Guardia Nacional mexicana en la frontera, esas tropas que, según ella, son un “paso positivo” para frenar el tráfico de drogas y el paso de migrantes ilegales. También aplaudió la aceptación de vuelos de deportación, como si México hubiera firmado un cheque en blanco para convertirse en el patio trasero de las políticas migratorias de Washington. “Un paso positivo”, escribió en redes sociales, con esa mezcla de condescendencia y pragmatismo que tanto gusta en el discurso gringo. Pero, ojo, el elogio venía con trampa: el “mucho por hacer” no es solo una observación, es una advertencia.
Porque, seamos honestos, ¿qué significa ese “mucho” en boca de Noem? ¿Más botas en la frontera? ¿Más deportaciones exprés? ¿Más presión para que México haga el trabajo sucio mientras Estados Unidos sigue siendo el imán de la desesperación y el mayor consumidor de lo que cruza ilegalmente? La colaboración que tanto pregona suena a beneficio unilateral: seguridad para el Tío Sam, mientras Centroamérica y México cargan con el desgaste. “Que Estados Unidos y la región centroamericana vuelvan a ser seguros”, dijo. ¿Vuelvan? ¿Cuándo lo fueron? La historia no miente, y los números tampoco: la demanda de drogas sigue siendo un monstruo alimentado desde el norte, y la migración no se detiene con muros ni con guardias.
El encuentro en Palacio Nacional tuvo todos los ingredientes de un buen titular: dos mujeres al mando, una agenda candente y promesas de cooperación. Pero entre líneas se cuela la realidad: México, con su Guardia Nacional desplegada como escudo humano, parece más un socio subordinado que un igual en la mesa. Sheinbaum, con su talante progresista, sabe que ceder demasiado es un riesgo político; ignorar las demandas de Washington, un lujo que pocos se pueden dar. Y mientras tanto, Noem regresa a casa con una narrativa agridulce: avances, sí, pero insuficientes. El mensaje es claro: México debe apretar más el cinturón, aunque el hambre de soluciones reales siga siendo voraz al otro lado de la frontera.
Esto no es un final feliz ni un parte de victoria. Es una radiografía de un problema que no se resuelve con reuniones ni tuits optimistas. Falta mucho por hacer, dice Noem, y tiene razón. Pero la pregunta que queda flotando, y que nadie en Palacio Nacional o en Washington parece querer responder, es: ¿quién va a hacer el trabajo pesado? Porque mientras las fotos se toman y las declaraciones se apilan, la frontera sigue siendo un hervidero donde la seguridad es más un sueño que una meta.