Narcos contra Pemex: CJNG y Sinaloa ganan millones con el robo descarado de petróleo
Este esquema, según el Departamento del Tesoro de EE.UU., genera “cientos de millones de dólares anuales” para el CJNG, diversificando sus ingresos más allá del narcotráfico
CDMX.- En un golpe a la ya debilitada Petróleos Mexicanos (Pemex), los cárteles de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Sinaloa han encontrado en el robo y contrabando de petróleo crudo un negocio millonario que no solo afecta las finanzas de la paraestatal, sino que fortalece sus operaciones criminales. Según un informe reciente de la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN) de Estados Unidos, estos grupos, junto con el Cártel del Golfo, han perfeccionado un esquema transnacional para extraer, transportar y vender petróleo robado a pequeñas empresas estadounidenses cerca de la frontera suroeste, generando pérdidas de miles de millones de dólares para Pemex.
El modus operandi es tan audaz como eficiente. Los cárteles sobornan a empleados de Pemex o perforan ilegalmente ductos para extraer el crudo, que luego trasladan a tanques de almacenamiento en territorios bajo su control. Desde allí, el petróleo cruza la frontera hacia Estados Unidos, donde es procesado en terrenos baldíos operados por empresas cómplices y vendido en el mercado negro. Las ganancias se reparten entre importadores estadounidenses y los cárteles, quienes blanquean el dinero a través de sistemas financieros, a menudo con criptomonedas para mayor discreción. Este esquema, según el Departamento del Tesoro de EE.UU., genera “cientos de millones de dólares anuales” para el CJNG, diversificando sus ingresos más allá del narcotráfico.
El caso de César Morfín Morfín, alias “Primito”, ilustra la sofisticación de estas redes. Este líder del CJNG en Tamaulipas, sancionado por EE.UU. el 1 de mayo de 2025, reorientó su facción del Cártel del Golfo hacia el robo de combustible, aprovechando su relación con Rubén Oseguera Cervantes, “El Mencho”. Su red adquiere crudo robado de empleados corruptos de Pemex y lo contrabandea a EE.UU., financiando un estilo de vida ostentoso con animales exóticos y vehículos de lujo.
Este fenómeno no es aislado, sino un síntoma de problemas estructurales en Pemex y en la seguridad mexicana. La paraestatal, que en 2024 reportó una producción de 1.35 millones de barriles diarios —la menor desde 1978— y una deuda de 101 mil millones de dólares, enfrenta una crisis agravada por la sobreexplotación de yacimientos y problemas de calidad, como el exceso de agua en el crudo exportado. La incapacidad para proteger su infraestructura permite que los cárteles operen con relativa impunidad, mientras que la corrupción interna facilita el acceso al petróleo. Además, la caída en las exportaciones a EE.UU., que en enero de 2025 tocaron su menor nivel en 15 años, refleja la pérdida de competitividad de Pemex frente a competidores como Canadá y Colombia.
El impacto trasciende lo económico. El contrabando de petróleo financia actividades narcoterroristas, como el tráfico de fentanilo, y perpetúa la violencia en regiones clave. La respuesta del gobierno mexicano, liderado por Claudia Sheinbaum, ha sido limitada. Aunque se han prometido soluciones para sanear Pemex y combatir la corrupción, la falta de medidas concretas contra el huachicoleo internacional sugiere que los cárteles seguirán explotando las grietas del sistema.
En un contexto donde Pemex lucha por mantenerse a flote y México busca soberanía energética, la competencia desleal de los cárteles no solo socava la economía nacional, sino que pone en jaque la seguridad de ambos lados de la frontera. Sin una estrategia integral que combine seguridad, transparencia y modernización de Pemex, el “oro negro” seguirá siendo un botín para el crimen organizado.