Noroña y el avión privado: ¿Austeridad republicana o privilegio discrecional?
Noroña justifica uso de avión privado en gira por Coahuila, asegura que no hay irregularidades
CDMX.- En un episodio que revive las contradicciones del discurso de austeridad promovido por Morena, el senador Gerardo Fernández Noroña se vio envuelto en una polémica tras confirmarse que utilizó un avión privado para una gira por Coahuila. La imagen, capturada en el Senado, muestra a Noroña defendiendo su decisión con un argumento que ha generado críticas: “No tengo nada que transparentar, voy a seguir recorriendo el país. La presidenta ha dicho que los aviones privados se pueden justificar”.
El contexto no podría ser más revelador. Noroña, conocido por su retórica contra los excesos de los gobiernos anteriores, ahora enfrenta cuestionamientos sobre la coherencia de sus acciones. Según reportes, el costo del vuelo ascendió a unos 2,000 dólares por hora, una cantidad que contrasta con su salario como legislador –126,800 pesos mensuales– y con su histórica defensa de la “justa medianía”. Este término, que él mismo ha invocado, parece diluirse ante la realidad de un gasto que, aunque no se ha confirmado quién lo financió, levanta sospechas sobre la línea entre lo personal y lo público.
La defensa de Noroña no solo evade la transparencia –un pilar fundamental de la Cuarta Transformación– sino que también ignora las críticas de quienes ven en su actitud una regresión a los viejos vicios. Su afirmación de que “la presidenta ha dicho que los aviones privados se pueden justificar” es parcial. Aunque es cierto que Claudia Sheinbaum ha permitido excepciones en casos de necesidad, el uso recurrente de tales medios de transporte por parte de funcionarios ha sido consistentemente criticado, incluso por el propio Andrés Manuel López Obrador, quien en 2021 calificó como “escandaloso” que altos funcionarios viajen en aviones privados a eventos sociales.
El caso de Noroña no es aislado. Forma parte de una tendencia que ha erosionado la credibilidad del discurso de austeridad. Mientras tanto, su mención sarcástica de que Ricardo Salinas Pliego pagó el vuelo –un comentario que parece más un arranque de frustración que burla– ha añadido leña al fuego, intensificando las dudas sobre la fuente de los recursos utilizados.
La pregunta que queda en el aire es clara: ¿qué tan lejos puede llegar la justificación de los privilegios en nombre de la “necesidad”? Para muchos, el episodio de Noroña no solo revela una doble moral, sino también un distanciamiento de los principios que prometió defender. Y mientras él insiste en que “no hay ninguna situación incorrecta”, la opinión pública parece pensar lo contrario.