Pemex blinda a 98,000 sindicalizados, pero fulmina a menos del 1.4% de confianza en 2025-2026 para ahorrar 4,700 millones
Apenas en febrero de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum había prometido evitar despidos, asegurando que se cubrirían las deudas con proveedores y que no habría recortes laborales.
CDMX.- En un movimiento que ha levantado cejas y críticas, Petróleos Mexicanos (Pemex) anunció que despedirá a menos del 1.4% de su personal de confianza permanente en 2025 y 2026, proyectando ahorros de 3,500 millones de pesos para este año y 1,200 millones más para el próximo, según un comunicado oficial. La decisión, que no tocará ni un solo cabello de los más de 98,000 trabajadores sindicalizados—quienes representan el 80% de los 123,657 empleados que tenía la empresa al cierre de 2024—deja en evidencia las prioridades políticas de una compañía que arrastra una deuda de más de 100,000 millones de dólares y busca desesperadamente aumentar su producción.
La estrategia de Pemex no es nueva, pero sí contradictoria. Apenas en febrero de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum había prometido evitar despidos, asegurando que se cubrirían las deudas con proveedores y que no habría recortes laborales. Sin embargo, este anuncio parece dar un giro de timón, enmarcado en las reformas legales que ahora definen a Pemex como una Empresa Pública del Estado con integración vertical. El nuevo Estatuto Orgánico, aprobado el 22 de mayo de 2025, busca eliminar duplicidades en áreas como comercialización, planeación y capital humano, y redirigir recursos a operaciones esenciales. Pero, ¿a qué costo humano?
Los despidos, que afectarán a unos 3,000 trabajadores de confianza según documentos filtrados a Proceso, representan un ahorro del 9.41% y 12.78% del presupuesto asignado a plazas de confianza en 2025 y 2026, respectivamente. Esto, en teoría, debería aliviar las finanzas de una empresa que cerró 2024 con números rojos históricos. Sin embargo, la decisión de proteger al sindicato petrolero—cumpliendo una promesa al exlíder Carlos Romero Deschamps—refleja el peso político de los sindicatos en el sector energético mexicano, un tema que no es nuevo. Desde 2014, la BBC ya señalaba al sindicato de Pemex como un símbolo de corrupción, privilegios y falta de transparencia, con nexos históricos al PRI, un partido que sigue influyendo en las decisiones de la 4T.
Mientras Pemex asegura haber implementado un esquema de “ingresos controlados” desde diciembre de 2024 para mitigar el impacto de las liquidaciones, las preguntas persisten: ¿qué pasará con esos 3,000 trabajadores y sus familias? ¿Es este el inicio de una reestructuración más profunda o solo un parche para una empresa que, según Forbes en 2013, ya cargaba con pasivos laborales que duplicaban su deuda de entonces? Lo cierto es que, mientras los sindicalizados respiran tranquilos, los de confianza enfrentan un futuro incierto, y la promesa de eficiencia operativa de Pemex sigue siendo más un discurso que una realidad tangible.