Periodista pide ayuda por atentado en San Luis Potosí; presidenta promete revisión
Anahí Torres acusó a cuatro hombres armados de interceptarla tras publicar reportajes incómodos para el gobierno local. La presidenta respondió que el caso será analizado
CDMX.- En la mañanera de ayer que parecía destinada a los rituales cotidianos de la administración federal, la periodista Anahí Torres irrumpió con una denuncia que desnudó la fragilidad de la libertad de expresión en México. Frente a Claudia Sheinbaum, relató un atentado del 2 de octubre perpetrado por cuatro hombres armados, quienes la interceptaron frente a su oficina tras la publicación de reportajes que incomodaron al gobernador Ricardo Gallardo Cardona del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y a su secretario de Gobierno, Guadalupe Torres Sánchez. Torres no solo habló de amenazas directas contra ella y sus colegas Omar Niño y Carlos Domínguez, sino que señaló una presunta red de espionaje tolerada desde el poder local. Su intervención fue un recordatorio crudo de cómo, en San Luis Potosí, cuestionar al poder se ha convertido en un riesgo que puede costar la vida.
La respuesta de Sheinbaum fue predecible: prometió que el caso sería revisado por Arturo Medina, responsable de atender denuncias de este tipo, y que se evaluaría la protección de los periodistas y la actuación del gobierno potosino. Sin embargo, la pregunta que queda suspendida es si esta promesa será más que un gesto protocolario. México sigue siendo uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, y las palabras de los presidentes, aunque necesarias, no siempre se traducen en acciones efectivas. El contexto en San Luis Potosí, marcado por episodios previos de intimidación a la prensa, no ayuda. Durante las elecciones de 2021, incluso Facebook removió contenido de medios locales por supuestas violaciones de derechos de autor, un movimiento interpretado como una maniobra para silenciar críticas a Gallardo.
Sheinbaum enfrenta aquí un dilema crucial. Si no actúa con contundencia, corre el riesgo de legitimar un patrón de violencia que socava la misma democracia que afirma defender. Pero si lo hace, deberá confrontar a un aliado político, lo que podría fracturar las delicadas alianzas que sostienen su proyecto. En este equilibrio precario, la vida de periodistas como Anahí Torres depende de cuán lejos esté dispuesta a llegar la presidenta. Por ahora, la promesa de revisión suena a un primer paso, pero en un país donde la impunidad es la norma, las palabras solas rara vez son suficientes. La verdadera prueba será si, esta vez, el compromiso se traduce en acción.