Perros robot que cagan arte: La sátira millonaria de Beeple contra los titanes tech en Miami
Cada pieza se vende por 100.000 dólares en edición limitada de 1.028 unidades; los siete robots completos ya tienen comprador
EU.- En el bullicio de Art Basel Miami Beach, la feria de arte contemporáneo que del 5 al 7 de diciembre transforma la ciudad en un circo de excesos creativos, una manada de perros robot ha robado el show. Equipados con cabezas hiperrealistas de Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Pablo Picasso y Andy Warhol, estos animatrónicos no solo merodean por el espacio exhibiendo posturas inquietantemente humanas, sino que capturan fotos de los visitantes y, en un gesto grotesco, “defecan” impresiones artísticas impresas en 3D. La instalación, titulada Regular Animals, es obra de Mike Winkelmann, conocido como Beeple, el pionero de los NFT que en 2021 vendió una obra digital por 69 millones de dólares.
Beeple, que ha convertido la tecnología en su lienzo principal, despliega esta pieza en la nueva sección Zero 10 dedicada al arte digital, un guiño irónico a cómo los algoritmos y las criptomonedas han irrumpido en el mundo del arte tradicional. Cada “excremento” —un print ligado a NFTs— se vende por 100.000 dólares, con ediciones limitadas de 1.028 unidades selladas como “Muestra de excremento” para coleccionistas ávidos de rarezas. Siete robots completos ya encontraron compradores privados, demostrando que, en el mercado del arte, la provocación paga dividendos. Pero ¿es esto crítica o mero espectáculo? La feria, que genera cientos de millones en transacciones anuales, acoge a estos cyborgs como si fueran mascotas de lujo, cuestionando si la sátira contra el poder tech no termina alimentando el mismo sistema que denuncia.
Analíticamente, Regular Animals expone la hipocresía del ecosistema artístico: Beeple usa IA y robótica —herramientas de los mismos magnates caricaturizados— para burlarse de su influencia en la cultura, desde los deepfakes hasta el control de narrativas digitales. Sin embargo, al monetizar la burla a precios exorbitantes, el artista se une al club de los que transforma indignación en inversión. En un mundo donde Musk tuitea sobre Marte mientras Bezos acumula fortunas espaciales, esta exhibición no revoluciona nada; solo nos recuerda que el arte, como el poder, siempre encuentra forma de defecar oro.



