¿Plástico que se desvanece en el mar? El avance japonés que promete combatir la contaminación sin dejar huella
Innovación del Centro RIKEN y la Universidad de Tokio promete reducir la contaminación plástica en océanos
Japón.- En un mundo ahogado por 11 millones de toneladas de plásticos que terminan en los océanos cada año —según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)—, cualquier innovación que prometa reducir esta catástrofe merece escrutinio. Científicos japoneses del Centro RIKEN para la Ciencia de la Materia Emergente y la Universidad de Tokio han desarrollado un nuevo material que se disuelve en agua de mar en cuestión de horas, sin generar microplásticos ni residuos tóxicos. Pero, ¿es esto un punto de inflexión o solo un experimento prometedor?
El plástico, compuesto por polímeros supramoleculares unidos por enlaces salinos, se descompone al contacto con la salinidad marina, liberando componentes como nitrógeno y fósforo que los microbios pueden metabolizar. Liderado por el químico Takuzo Aida, este avance —reportado en junio de 2025 por fuentes como Reuters y BBC— es tan resistente como los plásticos derivados del petróleo, pero se degrada inofensivamente en entornos salinos. En demostraciones, un trozo desaparece tras agitarse en agua salada, un contraste brutal con los plásticos convencionales que persisten siglos y asfixian la vida marina.
Contexto: La crisis es real y urgente. La Secretaría de Medio Ambiente de México (Semarnat) alerta que se compran un millón de botellas plásticas por minuto globalmente, muchas de un solo uso. Estudios del Foro Económico Mundial vinculan microplásticos a riesgos de salud, como mayor incidencia de cáncer de mama. Sin embargo, analíticamente, quedan dudas: ¿funciona en agua dulce? ¿Es escalable para producción masiva sin elevar costos? ¿Qué pasa con su huella de carbono en fabricación? Aunque innovador, no resuelve el origen del problema —el consumo excesivo—, sino que mitiga sus consecuencias.
Este desarrollo, aún en fase experimental, podría transformar industrias como el empaquetado marítimo si se valida a gran escala. Pero sin políticas globales, como las promovidas por la ONU, seguirá siendo una gota en un océano contaminado. Habrá que seguir de cerca su evolución para ver si realmente cambia el juego.