PRI se ausenta de audiencias públicas sobre reforma a la Ley de Amparo: Alejandro Moreno afirma que participar sería validar un "narcogobierno"
El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, anunció que su partido no participará en los diálogos sobre la reforma, criticando al gobierno de Morena
CDMX.- En un contexto donde la reforma a la Ley de Amparo ha generado un debate polarizado, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, ha decidido marcar distancia. Durante una conferencia de prensa, Moreno dejó en claro que su partido no participará en las audiencias públicas sobre esta reforma, argumentando que “quien se atreva a ir, va porque le tiene miedo al narcogobierno de Morena”.
Esta declaración, no solo refleja la postura del PRI, sino que también abre preguntas sobre las verdaderas intenciones detrás de esta decisión. Por un lado, el PRI se posiciona como un opositor frontal a las iniciativas de Morena, alineándose con una narrativa que denuncia un supuesto “narcogobierno”. Sin embargo, al rechazar el diálogo en las audiencias públicas, el partido parece optar por una estrategia de confrontación que evita el debate directo, un espacio donde podrían defender sus argumentos frente a la opinión pública y otros actores políticos.
La reforma a la Ley de Amparo, promovida por Morena, busca limitar el uso de suspensiones definitivas, un mecanismo que, según el oficialismo, ha sido utilizado para frenar proyectos gubernamentales y proteger intereses particulares. Críticos como Moreno argumentan que esta iniciativa pone en riesgo los derechos ciudadanos, mientras que defensores como la senadora Guadalupe Chavira aseguran que agilizará la justicia y priorizará derechos sociales.
El rechazo del PRI a participar en las audiencias públicas no solo deja en el aire la posibilidad de un diálogo constructivo, sino que también refuerza la percepción de que la oposición prefiere la retórica a la acción. En un momento donde la legitimidad de las decisiones legislativas depende cada vez más de la participación ciudadana y de los actores políticos, la ausencia del PRI en este proceso podría interpretarse como una oportunidad perdida para incidir en el debate o, simplemente, como una muestra de miedo a enfrentar las críticas en un escenario donde Morena tiene la iniciativa.
La pregunta que queda en el aire es si esta decisión responde a una estrategia política calculada o a una reticencia real a enfrentar las consecuencias de un diálogo abierto. Lo cierto es que, en un país donde la polarización política sigue profundizando las divisiones, gestos como este no hacen más que alimentar la desconfianza en las instituciones y en los partidos que las representan.