Remesas a México desafían las políticas de Trump: Un respiro económico en tiempos inciertos
Las remesas no son un logro económico, como señaló Gabriela Siller de Banco Base: son el reflejo de la falta de oportunidades laborales en México
CDMX.- En el primer trimestre de 2025, México recibió 14,269 millones de dólares en remesas, un incremento interanual del 1.3% frente a los 14,083 millones del mismo periodo en 2024, según datos del Banco de México (Banxico). Este flujo, que representa casi el 4% del PIB nacional, resiste las turbulencias desatadas por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y sus políticas migratorias más estrictas. Sin embargo, el panorama no está exento de sombras, y el crecimiento más lento de estos envíos plantea preguntas sobre su sostenibilidad en un contexto de incertidumbre económica y política.
Un crecimiento modesto bajo presión
El aumento del 1.3% es histórico, pero marca una desaceleración frente a los récords de años anteriores, como el 7.6% de 2023 o el 13.4% de 2022. En marzo de 2025, México captó 5,150 millones de dólares, un alza del 2.7% respecto al mismo mes del año pasado, aunque con una caída del 2.4% en el número de transacciones (13.43 millones) y una ligera disminución del 0.3% en el monto promedio por envío (383 dólares). Estos datos reflejan una volatilidad que, según BBVA, persiste desde noviembre de 2023, con meses de alzas y otros de retrocesos.
La resistencia de las remesas sorprende, dado el endurecimiento de las políticas migratorias de Trump, quien asumió la presidencia en enero de 2025. Sus amenazas de deportaciones masivas y un posible impuesto del 10% a los envíos de dinero generaron temores de una caída abrupta. Analistas de la Universidad de Guadalajara estimaron que estas medidas podrían reducir las remesas en hasta 13,000 millones de dólares anuales. Sin embargo, BBVA sostiene que no hay evidencia clara de un impacto significativo, citando datos de otros países latinoamericanos receptores de remesas.
Contexto: Una economía dependiente, pero resiliente
Las remesas, provenientes casi en su totalidad de los 12 millones de migrantes mexicanos en Estados Unidos (de los cuales 4.1 millones son indocumentados), son un pilar económico para México, solo superado por India a nivel global. Estas transferencias benefician a cerca de 10 millones de familias, especialmente en zonas rurales, donde el 34.5% de los hogares receptores viven en localidades de menos de 2,500 habitantes.
El contexto económico de 2025 no es halagüeño. La economía mexicana creció apenas un 0.2% en el primer trimestre, sorteando una recesión técnica tras una contracción del 0.6% en el último trimestre de 2024. La depreciación del peso (20.79 pesos por dólar en enero) y las amenazas de aranceles del 25% sobre exportaciones mexicanas añaden presión. No obstante, las remesas han actuado como un amortiguador, apoyadas por un mercado laboral estadounidense aún sólido y la lealtad familiar de los migrantes, que compensan las dificultades con envíos más frecuentes, aunque de menor monto.
Una mirada crítica: ¿Optimismo o espejismo?
El titular de “resistencia” puede ser engañoso. El crecimiento del 1.3% es el menor desde 2013, y la caída en el número de transacciones sugiere que los migrantes enfrentan restricciones. La narrativa de que las remesas son inmunes a Trump choca con la realidad: durante su primer mandato (2017-2021), los envíos crecieron más del 50%, pero el contexto actual es distinto, con una economía estadounidense menos boyante y un discurso antimigrante más agresivo.
Además, las remesas no son un logro económico, como señaló Gabriela Siller de Banco Base: son el reflejo de la falta de oportunidades laborales en México. Depender de ellas expone al país a riesgos externos, como una recesión en Estados Unidos o políticas proteccionistas que limiten el empleo migrante. La diversificación de mercados y la renegociación del T-MEC en 2026 serán cruciales para reducir esta vulnerabilidad.
El futuro: Entre la esperanza y la cautela
Por ahora, las remesas sostienen a millones de hogares mexicanos, pero su crecimiento se tambalea. La volatilidad prevista por BBVA y los riesgos de deportaciones (los mexicanos representan casi la mitad de los 11 millones de indocumentados en EE.UU.) exigen estrategias proactivas. La diplomacia de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha rechazado ceder ante presiones externas, será clave para proteger este flujo vital.
En un mundo donde la incertidumbre es la norma, las remesas son un recordatorio de la resiliencia de los migrantes mexicanos. Pero México no puede seguir apostando su estabilidad a la generosidad de sus “héroes” en el exterior. Es hora de construir una economía que no dependa tanto de los dólares que cruzan la frontera.