¿Remesas familiares o ruta del lavado? Sheinbaum defiende la solidaridad mexicana ante alertas de Washington
México recibió 63 mil 259 millones de dólares en remesas durante 2024, según Banxico; el gobierno asegura que los envíos son principalmente familiares y la UIF solo investiga casos aislados
CDMX.- En un país donde las remesas representan el 4% del PIB y sostienen a millones de hogares, la presidenta Claudia Sheinbaum salió al quite este martes: no hay “ningún indicio” de lavado de dinero en los envíos desde Estados Unidos, que superaron los 63 mil millones de dólares en 2024 según el Banco de México. Ante la reciente alerta del Departamento del Tesoro estadounidense sobre riesgos en transferencias transfronterizas —incluidas las dirigidas a México—, Sheinbaum enfatizó que estos flujos reflejan “la cercanía y los valores” de los mexicanos, con unos 15 millones de connacionales enviando dinero de forma regular desde una diáspora de 40 millones en suelo norteamericano. Es un recordatorio de cómo la migración, que se disparó en 2021-2023 por flujos no mexicanos hacia la frontera, ha mutado en un pilar económico vital, aunque Banxico reporta ahora la primera caída en siete años, mitigada por un leve repunte reciente.
Sheinbaum, con un toque personal que humaniza el discurso oficial, evocó a su hermana en Los Ángeles: “No me tiene que enviar recursos, pero siempre está atenta de mis hijos”. Así, desmonta la narrativa de ilegalidad, insistiendo en que criminalizar a los remitentes sería injusto. Sin embargo, admite que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) indaga posibles delitos, en coordinación con la OFAC y FinCEN de EE.UU., y no cierra la puerta a sanciones si surgen pruebas. El contraste salta con los envíos desde Colombia y Ecuador —donde menos de 2 mil mexicanos generaron sumas exorbitantes, equivalentes a 60 mil y 300 mil pesos mensuales por cabeza, incluyendo estudiantes—, casos que sí despiertan sospechas y que el gobierno promete revisar sin generalizaciones.
Esta postura equilibrada de Sheinbaum busca blindar un motor de bienestar social, pero genera interrogantes en un contexto de mayor escrutinio bilateral bajo Trump. Si las investigaciones de la UIF confirman irregularidades, ¿afectarán la confianza en un sistema que ha crecido exponencialmente desde el sexenio de López Obrador? Por ahora, la presidenta apuesta por la empatía familiar sobre la sospecha, un malabarismo político que México no puede permitirse fallar.



