Reportan desaparecido al comunicador Miguel Ángel Anaya en Veracruz; hay antecedentes de hostigamiento y amenazas
Anaya había enfrentado un historial de intimidaciones relacionadas con su labor periodística, incluyendo mensajes amenazantes y actos de hostigamiento que buscaban silenciar su trabajo.
Veracruz.— El comunicador Miguel Ángel Anaya permanece desaparecido en el estado de Veracruz, según reportó la organización Artículo 19, que ha exigido a las autoridades mexicanas realizar labores de búsqueda inmediatas para garantizar su integridad. La desaparición del periodista, quien colaboraba en diversos medios locales, ocurre en un contexto de hostigamiento y amenazas previas, lo que agrava la preocupación por su seguridad.
Anaya había enfrentado un historial de intimidaciones relacionadas con su labor periodística, incluyendo mensajes amenazantes y actos de hostigamiento que, según colegas y organizaciones, buscaban silenciar su trabajo. Estos antecedentes han encendido las alarmas sobre un posible vínculo entre su desaparición y las agresiones previas.
Estas agresiones no solo reflejan el riesgo personal al que estaba expuesto, sino que son un síntoma de la violencia estructural que enfrentan los periodistas en Veracruz, un estado donde al menos 31 comunicadores han sido asesinados desde el año 2000, según datos de Artículo 19.
El contexto de Anaya no es una excepción. Veracruz ha sido históricamente un epicentro de violencia contra la prensa, con casos emblemáticos como el asesinato de Regina Martínez en 2012 o la desaparición de otros comunicadores que investigaban temas sensibles, como la corrupción y el crimen organizado. Las amenazas previas contra Anaya, lejos de ser investigadas con seriedad, parecen haber quedado en el limbo, un patrón que se repite en un país donde el 98% de los delitos contra periodistas permanecen impunes, según el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
Artículo 19, organización dedicada a la defensa de la libertad de expresión, señaló que la desaparición de Anaya se enmarca en un entorno de creciente violencia contra la prensa en Veracruz, uno de los estados más peligrosos para el ejercicio periodístico en México. La organización urgió al gobierno estatal y federal a activar los protocolos de búsqueda, así como a investigar a fondo las amenazas previas para esclarecer los hechos.
Hasta el momento, las autoridades no han emitido un pronunciamiento oficial sobre el caso, lo que ha generado críticas de la comunidad periodística y defensores de derechos humanos. La desaparición de Miguel Ángel Anaya se suma a una larga lista de ataques contra comunicadores en el país, renovando el llamado a garantizar la seguridad de quienes ejercen el periodismo en contextos de alto riesgo. Esta falta de respuesta no solo agrava la incertidumbre, sino que refuerza la percepción de indiferencia institucional frente a la crisis de violencia contra los medios.
El Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, creado en 2012, ha sido criticado por su ineficacia. Aunque en teoría ofrece medidas de seguridad, en la práctica su implementación es deficiente: los recursos son limitados, los tiempos de respuesta son lentos y la coordinación entre niveles de gobierno es prácticamente inexistente. En el caso de Anaya, no hay evidencia de que se le haya brindado protección previa, a pesar de las amenazas documentadas.
La desaparición de Miguel Ángel Anaya no puede analizarse sin considerar el entorno en el que ocurre. México registró 561 agresiones contra periodistas en 2024, según el informe anual de Artículo 19, incluyendo asesinatos, desapariciones, amenazas y ataques físicos. Veracruz, en particular, concentra una combinación letal de factores: la presencia de grupos criminales, la colusión de autoridades locales con estos grupos y una prensa que, a pesar de los riesgos, persiste en denunciar abusos de poder y violaciones a los derechos humanos.
El caso de Anaya también pone en evidencia la precariedad laboral de los periodistas en regiones como Veracruz. Muchos comunicadores, como él, trabajan en medios locales con recursos limitados, sin acceso a seguros de vida, capacitación en seguridad o respaldo institucional. Esta vulnerabilidad económica se suma al riesgo físico, creando un círculo vicioso que dificulta la protección de quienes informan desde las trincheras.