¿Respaldo o escudo? Morena cierra filas con Sheinbaum tras marcha de la Generación Z
En conferencia de prensa, Adán Augusto López, coordinador de los senadores de Morena, anunció este martes el apoyo unánime de las bancadas de Morena, PT y PVEM a la presidenta Claudia Sheinbaum
CDMX.- En medio de una México cada vez más polarizado, la marcha de la Generación Z el pasado 15 de noviembre en la Ciudad de México ha encendido alarmas en el oficialismo. Miles de jóvenes, armados con consignas como “¡Fuera Morena!” y “¡Fuera Claudia!”, tomaron las calles para protestar contra las políticas de la presidenta Claudia Sheinbaum, sumando a diversos grupos sociales en una manifestación que, aunque pacífica en su mayoría, derivó en tensiones con la policía. Sheinbaum condenó la violencia en su mañanera del día siguiente, pero el descontento juvenil por temas como la inseguridad, la educación y el empleo precario ya no se contiene en redes sociales.
Tres días después, en una conferencia de prensa cargada de simbolismo patriótico —con banderas tricolores y el lema “La Patria es Primero” de fondo—, Adán Augusto López Hernández, coordinador de Morena en el Senado, anunció el “respaldo total” de las bancadas de Morena, PT y PVEM a la mandataria. Acompañado de figuras como Ricardo Monreal, López apuntó directamente a la “ultraderecha” y a empresarios como Claudio X. González y Roberto Madrazo como orquestadores de la protesta, tildándola de “embestida de la derecha”. No la catalogaron como golpista, pero sí como un complot conservador, un discurso que busca deslegitimar la voz de miles de inconformes.
Esta reacción no sorprende en un contexto donde el gobierno de la Cuarta Transformación ha enfrentado crecientes críticas por su manejo de la seguridad y la economía. Analíticamente, cerrar filas así fortalece la cohesión interna de Morena, pero también profundiza la brecha: ¿respaldo genuino o maniobra para invisibilizar el malestar real de una generación que votó por el cambio y ahora se siente traicionada? Las redes estallan con acusaciones de represión disfrazada, recordándonos que la democracia mexicana pende de un hilo cuando el diálogo se sustituye por narrativas de enemigos invisibles.
En última instancia, este episodio subraya la urgencia de que Sheinbaum escuche sin filtros a la Generación Z, no como amenaza, sino como pulso de un país joven y demandante. Si no, las marchas podrían ser solo el preludio de un descontento mayor.



