Robot chino bate récord Guinness: recorre 106 km sin parar y desata polémica tecnológica
El humanoide AgiBot A2, fabricado por la empresa china AgiBot Robotics, completó 106,286 km entre Suzhou y Shanghái del 10 al 13 de noviembre, según certificado oficial de Guinness World Records
China.- En un golpe de efecto tecnológico que parece sacado de una novela de Asimov, el robot humanoide AgiBot A2, fabricado por la empresa china AgiBot Robotics, acaba de certificar un récord Guinness al recorrer 106,286 kilómetros sin parar, desde el lago Jinji en Suzhou hasta el icónico Bund de Shanghái. El periplo, que duró tres días y tres noches entre el 10 y el 13 de noviembre, no fue un paseo dominical: el A2 navegó autopistas, calles urbanas, puentes y hasta pavimentos táctiles para ciegos, todo con sensores LiDAR, GPS dual y una cámara infrarroja que le permitieron sortear la oscuridad nocturna. Alimentado por baterías intercambiables en caliente, evitó cualquier apagón, dejando solo desgaste en las suelas de goma como trofeo de su maratón robótico –equivalente a dos maratones y medio humanos.
Lo que eleva esto más allá de un mero logro es su pulso en la carrera por dominar la robótica humanoide. China, que ya invirtió miles de millones en IA y automatización, planea desplegar más de mil unidades del A2 para tareas cotidianas como recepciones, entregas o guías turísticos. Comparado con rivales como el Atlas de Boston Dynamics, que brilla en acrobacias pero flaquea en resistencia, el A2 prioriza la durabilidad: un test de estrés que valida su fiabilidad para entornos reales, no solo laboratorios. Es un paso concreto hacia robots que podrían transformar logística y servicios, acelerando la brecha entre prototipos y productos masivos.
Pero no todo es euforia cibernética. En redes como X, las reacciones van de la burla –”con una palmada se desarma el cascarón chino”– al cinismo geopolítico: “Si lo dice China, miente”. Y no es infundado: aunque Guinness lo avala, persisten dudas sobre la autonomía real del A2 en escenarios imprevisibles, lejos de rutas controladas. En plena guerra fría tecnológica entre Pekín y Washington, este récord no solo mide pasos, sino poder: ¿avance genuino o propaganda bien empaquetada? El tiempo, y más pruebas independientes, lo dirán.



