Sangre artificial universal: ¿el futuro de las transfusiones o un sueño incompleto? Japón inicia ensayos clínicos
Un reporte de Kyodo News de 2024 destacó cómo la demanda de transfusiones se dispara en situaciones de crisis, dejando a los hospitales al límite.
Tokio, Japón.- En un paso que podría revolucionar la medicina de emergencia, Japón ha iniciado ensayos clínicos de una sangre artificial universal que promete ser compatible con cualquier paciente y almacenarse hasta dos años a temperatura ambiente. Este avance, liderado por el profesor Hiromi Sakai de la Universidad Médica de Nara, busca combatir la escasez global de sangre, un problema que, según la Organización Mundial de la Salud, afecta desproporcionadamente a países de bajos ingresos, donde el acceso a transfusiones es limitado. Sin embargo, aunque la noticia genera esperanza, también despierta preguntas sobre sus verdaderas capacidades y limitaciones.
Los ensayos, que comenzaron en marzo de 2025, involucraron a 16 voluntarios sanos a quienes se les administraron entre 100 y 400 mililitros de esta sangre sintética, según informó Kyodo News. El producto, basado en vesículas de hemoglobina probadas con éxito en 2022, demostró ser seguro y capaz de transportar oxígeno, superando el límite de un mes de almacenamiento de la sangre donada. Este detalle es clave en un contexto global donde desastres naturales y emergencias médicas agotan rápidamente las reservas de sangre, un problema que Japón, con una población envejecida y una base de donantes en declive, conoce bien. Un reporte de Kyodo News de 2024 destacó cómo la demanda de transfusiones se dispara en situaciones de crisis, dejando a los hospitales al límite.
Pero no todo es tan prometedor como parece. La sangre artificial, aunque innovadora, tiene limitaciones significativas. Como señaló Elsa Morejón en una reacción en X, este sustituto no puede replicar funciones esenciales de la sangre natural, como la coagulación o la respuesta inmune frente a enfermedades. Investigaciones publicadas en PMC respaldan esta preocupación, indicando que los sustitutos de sangre históricamente han enfrentado problemas para cumplir con todas las funciones biológicas necesarias. Además, un precedente histórico añade matices, durante la Guerra de las Malvinas en 1982, se utilizó sangre artificial para tratar a combatientes heridos, pero su uso fue limitado y no reemplazó completamente las transfusiones tradicionales, según registros del ICRC.
El objetivo de Nara Medical University es ambicioso, lograr la aprobación clínica y un despliegue práctico para 2030, transformando potencialmente la respuesta humanitaria a traumas y cirugías. Sin embargo, el camino por delante es complejo. Los ensayos actuales se centran en la seguridad, pero la eficacia en escenarios reales, como hemorragias masivas o enfermedades crónicas, aún está por probarse. Mientras Japón avanza, el mundo observa con una mezcla de esperanza y escepticismo. ¿Será esta sangre sintética el salvavidas que promete, o simplemente un paso más en un largo camino hacia una solución definitiva? Solo el tiempo, y los datos, lo dirán.