Sheinbaum admite remordimiento ante viuda de alcalde asesinado en Uruapan: “Sí pasó por mi cabeza por qué no lo recibí”
La presidenta Claudia Sheinbaum reconoció este miércoles ante Grecia Quiroz, viuda y sucesora de Carlos Manzo, que sintió remordimiento por no haber atendido las múltiples solicitudes de audiencia
CDMX.- En el corazón de un México azotado por la violencia política, la viuda de Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan baleado el 1 de noviembre de 2025 durante las fiestas del Día de Muertos, se plantó frente a Claudia Sheinbaum para reclamar lo que el Estado le debía: justicia y explicaciones. Grecia Quiroz, politóloga de 35 años que asumió la alcaldía michoacana el 5 de noviembre sin experiencia electoral previa pero con el peso de un duelo fresco, no anduvo con rodeos en su reunión privada con la presidenta. Exigió claridad sobre el fallido operativo de la Guardia Nacional que custodiaba a su esposo –un esquema federal que, según ella, se mantuvo “alejado” pese a un atentado previo–, y cuestionó por qué Manzo, de 40 años nacido en la misma Uruapan que tanto amaba, rogó en vano por una audiencia que nunca llegó.
Sheinbaum, en un gesto de vulnerabilidad inusual para su perfil técnico, confesó a Quiroz: “Soy un ser humano y no te voy a mentir, sí pasó por mi cabeza ese remordimiento de por qué no lo recibí”. Fueron “varios llamados”, relató la viuda, en lives, entrevistas y visitas al Congreso, ignorados por un gobierno que hoy presume blindaje contra el crimen organizado. La presidenta escuchó en silencio, sin excusas ni promesas vacías, y abrió un canal para seguir el caso. Pero el timing duele: Manzo murió con chaleco antibalas y escolta, en una emboscada que dejó al descubierto grietas en la estrategia de seguridad de la 4T, donde Michoacán sigue siendo caldo de cultivo para cárteles como los Jalisco Nueva Generación.
Esta confesión no es solo un desahogo; es un espejo incómodo para Morena en un año electoral que arranca con sangre. Mientras ayer, 20 de noviembre, cae el capo Fernando Josué N. –presunto autor intelectual del homicidio, y dos implicados aparecen ejecutados en represalias, Quiroz advierte: “Ellos sí pudieron haber hecho algo”. Su voz, entre el enojo y el bloqueo emocional, obliga a preguntarse si el remordimiento bastará o si Uruapan, la “Perla del Cupatitzio”, pagará de nuevo el precio de una protección que falla cuando más se necesita. Justicia, no lástima, es lo que clama la nueva alcaldesa. Y México, entero, debería escucharla.



